9 de Octubre 2004

NICK CAVE

Pero qué bueno es el último álbum de Nick Cave and The Bad Seeds. Es inmenso, impresionante, inconmensurable. Es un doble álbum, el primero es “Abattoir blues” y el segundo “The lyre of Orpheus”; confieso que aún no he oido el segundo, pero es que sólo con el “Abattoir blues” ya he recibido tal shock que no puedo dejar de ponerlo una y otra vez.

Confieso también que ya no daba un duro por la carrera de Nick Cave. Sus dos anteriores álbumes, “No more shall we part” y “Nocturama”, me dejaron bastante frío, a pesar de que la crítica los puso por las nubes (curioso, igual que ha ocurrido con el último de PJ Harvey, mi otro ídolo sagrado). El “No more…”, aunque tenía buenos temas, se hacía pesado con tanta balada plomiza a piano y voz, y apenas algún ocasional arrebato de la banda. (Y además, ¡Nick desafinaba mucho! ¿Es que nadie más se dio cuenta?) Y el “Nocturama” seguía más o menos la misma línea, pero rozando ya lo mediocre, como mucho se salvaban tres o cuatro temas. Como compositor, Nick había tocado fondo. Yo no sé si lo que le dejó tan mal fue el esfuerzo por desengancharse de las drogas, el cortar con PJ Harvey (sí: por un efímero espacio de tiempo, mis dos ídolos sagrados estuvieron juntos… Menudo par de zumbados, no estoy seguro de que me hubiese gustado verlos en la intimidad) o el casarse luego con otra y tener hijos, que ya se sabe que esas cosas aburguesan bastante. O todo junto. No sé, el caso es que el hombre estaba francamente poco inspirado.

Pero en el “Abattoir blues” se ha vuelto a poner las pilas, ahora el tío está que se sale. Los temas son fantásticos, con esa mezcla de chulería y dramatismo que es la mejor seña de este australiano, y la banda se ha desperezado de una vez y vuelve a dar caña como antes. Y si el otro álbum es igual, no quiero ni pensarlo. En fin, ¡dios salve a Nick Cave! (Y eso que soy ateo.) A pesar de sus altibajos, sin duda uno de los escasos artistas íntegros que aún quedan. ALTAMENTE RECOMENDABLE.