Estos días estoy releyendo a Bukowski en el tren, por primera vez en inglés (el libro, no el tren). Resulta que, como me voy a presentar a unas oposiciones en las cuales hay un examen optativo de inglés que pienso hacer, porque no baja nota y sí la sube, y como no tengo tiempo ni dinero ni ganas de apuntarme a un intensivo, pues decidí empezar a leer en inglés para reforzar un poco mis apolillados conocimientos del idioma. ¡¿Y qué mejor que un Bukowski?! Habrá mejores maneras de aprender inglés, pero no más divertidas. Por suerte tenía desde hace bastantes años un ejemplar de Notes of a dirty old man de la editorial City Lights (sí, sí, la mismísima y legendaria) que una ex me trajo de San Francisco. En realidad jamás creí que lo leería, lo guardaba más bien como objeto de coleccionista. De hecho también tengo una edición original de uno de sus libros de poemas (The days ran away like wild horses over the hills) que también pienso leer, pero éste no en el tren, porque la edición es una preciosidad, con cubierta de papel de embalar, y con el trajín del tren se manosean mucho los libros y se estropean, cosa que por lo general me importa un carajo, pero no en este caso. Éste de los wild horses lo compré en la librería Laie de BCN, también como objeto de colección, alguna vez que me sobraba la pasta (tiempos aquellos). Todo ello viene a demostrar una vez más mi vieja teoría: cualquier cosa que tengas, por estúpida que parezca, te servirá algún día para algo, cuando menos te lo esperes.
Hasta ahora, en el tren me dedicaba a estudiar el temario de las oposiciones, pero es muy estresante intentar memorizar los distintos recursos que se pueden interponer a un acto administrativo y vigilar que no se te pase la parada y que no venga el revisor (es que me cuelo cada día, sí. Mi sueldo no da para más. Si quieren que pague el billete, que saquen una ley que obligue a mi jefe a hacerme un contrato como dios manda). De modo que decidí estudiar solamente en casa, y en el tren divertirme un poco con las burradas del viejo indecente, y de paso desempolvar mi inglés. ¡No me negaréis que soy práctico!
Leo esta mañana que el Departament de Salut de la Generalitat va a poner en marcha un plan para detectar posibles casos de depresión. De momento lo probarán en lEixample Dret mediante anuncios, trípticos y carteles, y pidiendo la colaboración del tejido social del barrio (escuelas, farmacias, cuerpos policiales, asistentes sociales ), todo ello enmarcado en un proyecto europeo contra la depresión.
Hombre, cualquier iniciativa en este sentido me parece positiva, porque sé por experiencia que cuando uno tiene una depresión o algún trastorno similar no siempre es consciente de lo que le ocurre, cree que son cosas raras que me invento, le da vergüenza comentarlo (no digamos ya pedir ayuda), etc., y si lo vas dejando pasar puedes acabar muy mal. Se trata pues de una campaña de información para que los enfermos de depresión se decidan a pedir ayuda médica. Ahora falta saber si este plan se concretará en establecer un dispositivo sólido y perdurable para cubrir este tipo de casos, o por el contrario se quedará en una bonita experiencia puntual para distraer la atención de los muchos otros problemas de la sanidad pública. Y francamente, si los enfermos van al médico y les dan cita para de aquí a tres meses, no sólo no servirá de nada sino que encima se deprimirán más. Espero que hayan pensado en esto también.
Estás pasando por el mismo infierno que yo hace tiempo, debe ser cosa de los genes (o la educación ) Sólo puedo decirte que saldrás de ahí, que llegará un día en que ya nada te pesará tanto, que verás las cosas de otra manera. A menudo las barreras se las pone uno mismo, y luego se sorprende al comprobar que es posible quitarlas. Pero eso ya lo irás descubriendo por ti misma, porque ahora estás en el buen camino, no lo dudes. Sólo debes tener paciencia y tranquilidad. Y la ayuda de los tuyos, que la tienes siempre que quieras. Un beso muy fuerte.