6 de Mayo 2008

NEW YORK, NEW YORK (VI)

Empire State - New York

CAPÍTULOS ANTERIORES: I, II, III, IV y V

¿Por dónde íbamos? Estooo… Estamos a martes 10 de abril de 2007, por la mañana. (Dios santo, ya hace más de un año…) Éste será un post no comments: desde lo alto del Empire State. Para qué más palabras.

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

Empire State - New York

(Imágenes por HenryKiller.)

HenryKiller | actualidad impresiones | 3:14 PM | Comments (26)

18 de Febrero 2008

NEW YORK, NEW YORK (V)

Brooklyn, New York

CAPÍTULOS ANTERIORES: I, II, III y IV

Buenos días. A estas alturas ya os debe importar un pimiento esta crónica… Lo sé y lo comprendo, llevo meses sin escribirla. Pero bueno, esto quiero acabarlo como sea, aunque no lo lea ni dios. ¿Por qué? Pues no sé, ¿quién sabe? ¿Alguna idea?

Brooklyn, New York
Lunes 9 de abril por la mañana; Brooklyn, al otro lado del río East. Salimos del metro justo delante del ayuntamiento y paseamos por la zona comercial de Brooklyn Heights, el primer distrito histórico de Brooklyn. Como de costumbre, al sacar el plano nos abordan para ofrecernos ayuda, pero esta vez se me queda en la memoria porque la persona en cuestión es un señor con acento italo de entre sesenta y setenta años, alto y muy apuesto, y vestido como un mafioso, con traje y corbata bajo un flamante abrigo largo de color crema, y con un espléndido cabello blanco engominado hacia atrás; parece salido de alguna película de Scorsese. El tío, la mar de cortés y simpático, no se limita a preguntarnos qué calle buscamos, sino que además se interesa por nuestra procedencia y, al decirle que venimos de BCN, se le ilumina la cara y dice que él la visitó cuando servía en la marina, y además apostilla “cuando aún estaba Franco”, igual que el portorriqueño que conocimos ayer en Harlem (ver capítulo anterior). Uno diría que aquí todos los hombres de entre sesenta y setenta años han estado en BCN con la marina americana “cuando aún estaba Franco”.

Brooklyn, New York
Nos internamos en la zona residencial de Brooklyn Heights, que limita con el río. Desaparecen los comercios, aquí hay sobretodo tranquilidad y preciosas casitas del siglo XIX, de dos o tres plantas, perfectamente conservadas. Brooklyn es un lugar encantador; si me dejasen elegir un solo sitio de New York donde poder vivir una temporada, probablemente me quedaría en Brooklyn. Me recuerda un poco a mi barrio, Gracia, por las viejas casas bajas y ese aire pseudorrural típico de las villas antiguas anexionadas a una gran ciudad; pero tiene el atractivo añadido de hallarse al borde del río, lo cual produce una mayor sensación de placidez. Como un cómodo y apacible limbo desde donde contemplar ociosamente, a lo lejos, el enloquecedor trasiego de la Gran Manzana.

Brooklyn, New York

Actualmente, sin duda en Brooklyn se vive mejor que en Manhattan. En la vibrante isla te encuentras en el meollo, “en el ombligo del mundo”; pero en Brooklyn hay más calidad de vida, sin tanto tráfico y estrés, y sin tanta obsesión por estar a la última. Los habitantes de Brooklyn no andan tan deprisa como los de Manhattan, y eso debe querer decir algo. Y con el metro abierto las veinticuatro horas del día, a quién le importa no encontrarse en el meollo: uno puede plantarse donde sea en cualquier momento. Es más difícil ir de madrugada desde el Clot hasta el centro de BCN que cruzar el río East desde Brooklyn a Manhattan.

Brooklyn, New York
Paramos un rato para tomar unas cañas de Brooklyn Lager, la cerveza por antonomasia de New York, por las que nos cascan cinco dólares cada una (los precios populares no son un atractivo de esta ciudad), y seguimos el paseo. Y al final de una bucólica calle, tras una placeta con una tupida hilera de árboles… la Gran Postal de New York: el skyline.

Brooklyn, New York
Momentazo momentazo. El Sueño Americano en persona. Como dije en un capítulo anterior, me fastidia la ostentación de poder económico y mediático tan propia de este país, pero cuando tienes todo eso enfrente te quedas con la boca abierta. Es que es muy chulo, oigan. No sé explicarlo mejor.

Brooklyn, New York
Rosalía sobre un banco, fotografiando el skyline, junto a una señora que almuerza tranquilamente, con esa indiferencia tan neoyorkina.

Brooklyn, New York
Pero va siendo hora de comer algo, así que nos quitamos el encandilamiento de encima y volvemos a callejear por el barrio hasta dar con el Tutt Café, un pequeño y coqueto local cuyo dueño, a quien podéis vislumbrar en la foto de la izquierda, nos obsequia con una amabilidad exquisita y unas sabrosas especialidades egipcias, probablemente la mejor comida que tomamos en todo el viaje. Luego pasamos por la calle Orange, donde vivió el primer gran poeta norteamericano moderno, Walt Whitman, e imprimió su seminal Hojas de hierba; y donde además transcurre una de mis novelas preferidas de Paul Auster, Fantasmas.

Brooklyn, New York
De hecho, debo confesar que nuestro plan para esta tarde consiste en dar el mismo paseo que el protagonista de Fantasmas en un capítulo de la misma: desde la calle Orange acercarnos al puente de Brooklyn, cruzarlo a pie hasta el Lower Manhattan (la parte baja de la isla) y luego seguir hacia arriba por la calle Center, atravesando Chinatown, el Soho, el Village… abarcando así buena parte del espectro neoyorkino (o lo que nos den las piernas). Así que allá vamos.

Brooklyn, New York
El puente de Brooklyn se inauguró en 1883 (!!!) y en su construcción murieron decenas de personas, incluido el arquitecto que lo diseñó. Es pasmoso que este mastodonte de 1’6 kilómetros de largo tenga más de un siglo de antigüedad; resulta muy moderno para aquella época. Ocurre lo mismo con los rascacielos: los primeros que se construyeron tienen ya un siglo, por ejemplo el Flatiron, mi preferido (lo veremos en otro capítulo), que es de 1902. Parece mentira.

Brooklyn, New York
Y cruzamos el puente, eso es todo. Grandiosas vistas. Manhattan al fondo. Esto es vida.

Brooklyn, New York

Brooklyn, New York
Desde aquí vemos otro de los grandes puentes de New York, el llamado puente de Manhattan (aunque, de hecho, todos llevan a Manhattan). Abajo, el río East, con el transbordador de turno para cumplir una vez más con los tópicos.

De Lower Manhattan a Chinatown, New York
Y llegamos al Lower Manhattan (en la foto izquierda), que visitaremos más a fondo otro día. Tras una parada en un drugstore para saciar la sed y hacer pis, pues veníamos meándonos desde la orilla de Brooklyn, seguimos Manhattan arriba hasta Chinatown (en la foto derecha).

Chinatown, New York
Chinatown está hasta arriba de gente, pero no me agobia tanto como la 5ª Avenida, pues no tiene el pijerío insufrible de ésta, y me hace gracia el exotismo de sus calles.

Chinatown, New York
Hoy en día, no nos engañemos, Chinatown es poco más que un gigantesco todo a cien, pero todos sabemos que ése es el destino final de todo lugar exótico.

Chinatown, New York
Dragones en el techo de un bazar de Chinatown.

Soho, New York
Seguimos Broadway arriba, pasando por el Soho. Las fachadas de metal forjado de este barrio son fantásticas. Nos habría gustado verlo más a fondo, y también Tribeca, y Chelsea, y el Lower East Side… pero sencillamente no hay más horas en el día (ni piernas de repuesto).

Village, New York
Y llegamos al Village, centro neurálgico de la vieja bohemia neoyorkina, aunque ahora se ha puesto de moda como tantos otros barrios bohemios (en BCN sabemos algo de estas cosas). Pero el Village lo veremos más otro día, porque ya no nos aguantamos derechos. Al llegar a la calle Bleeker vemos un bar y nos arrastramos hasta él, y ahí nos quedamos un buen rato, reponiéndonos y engullendo toda la cerveza que podemos, antes de volver a casa. Y ya vale por hoy, oigan. To be continued.

Village, New York

(Imágenes por HenryKiller.)

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HenryKiller | actualidad impresiones | 2:40 PM | Comments (11)

2 de Julio 2007

NEW YORK, NEW YORK (IV)

New York - Harlem

CAPÍTULOS ANTERIORES: I, II y III

Seguimos en domingo 8 de abril. Nos bajamos en la parada de la 125 con la Avenida Lenox: el Harlem. Lo primero que notamos al poner el pie en este barrio es que debemos ser los únicos blancos en algunos kilómetros a la redonda. Está claro que los turistas (aún) no van al Harlem.

Esta vez, sin embargo, no hay sensación de amenaza y desolación como cuando íbamos en metro por el Bronx: al contrario, el ambiente resulta agradable. El Harlem no te mira con resentimiento. En los años 20, el Harlem fue una gran fiesta, una gran sonrisa negra ante la avinagrada cara de la raza blanca; y aunque la situación política ha cambiado mucho, algo de todo eso ha quedado. En la comunidad afroamericana por antonomasia, sus habitantes hacen gala de esa alegre dignidad típica de los negros que saben que, cultural y artísticamente, no tienen nada que envidiar a ningún blanquito. La gente de este lugar va a su (buen) rollo y pasa bastante de nosotros, no parece extrañarle la presencia de dos blanquitos cargados de bolsas o bien no le importa en absoluto, o quizá ambas cosas; y aun admitiendo que nos choca no ver ni una sola cara blanca a nuestro paso, lo cierto es que ya no nos sentimos como intrusos.

New York - Harlem

Harlem era uno de los sitios que me hacía más ilusión visitar, porque algunos de mis ídolos del jazz vivieron o desarrollaron sus inmensas carreras en él: Louis Armstrong, Billie Holliday, Mezz Mezzrow (el blanco que llegó a ser negro; por lo que más queráis, leed su libro La rabia de vivir, la mayor oda al Harlem que se haya escrito jamás), Thelonious Monk, Miles Davis... Además, fue la cuna de lo que se llamó el Renacimiento Negro, el primer gran movimiento cultural y artístico afroamericano (la “gran fiesta” de la que he hablado antes). Varios poetas, novelistas e intelectuales de Harlem publicaron libros que por primera vez trascendieron a la sociedad blanca; pintores y fotógrafos hicieron lo propio; el teatro Apollo ofrecía apoteósicas actuaciones de los más grandes músicos negros de todos los tiempos; cómicos y bailarines recorrían cada noche todos los bares de la vecindad, montando el número y pasando la gorra; amén de las consabidas e innumerables bandas de jazz que se liaban a improvisar en cualquier sitio…

Por supuesto, hoy día no se ve tanta movida: primero porque ya queda lejos la era dorada del jazz y el Renacimiento Negro, y segundo porque la vida moderna lo estandariza todo en todas partes. Pero, como suele decirse, quien tuvo retuvo. Todo el que haya pisado Harlem no podrá menos que decir que hay algo especial en sus calles. Sus señas de identidad, las huellas de su vigoroso pasado, se hallan por doquier: viejos restaurantes barbecue (y también nuevos), auténticos clubs de jazz de aquella época, edificios históricos (el citado teatro Apollo, el hotel Theresa…), murales en las fachadas, museos de arte afroamericano, peluquerías afro, puestos callejeros… La vida en el Harlem parece chispeante; me habría quedado una temporada sin ningún problema.

Lo primero que hacemos es buscar dónde comer, que ya son cerca de las cinco de la tarde. En la misma esquina de la 125 con Lenox encontramos un buffet libre afro y no nos lo pensamos. Comemos rodeados de grupitos de viejas negras horterísimas con los cabellos cardados y ropas de colores chillones, y en el hilo musical suena música soul de los años 60. Debo estar soñando. Mi menú: costillas a la barbacoa con guarnición de arroz con frijoles y banana frita. Esto es vida. Calculo que en Barcelona deben ser las once de la noche y le envío un sms a mi hermana, que es una forofa de la cultura afroamericana; le digo lo de las costillas, las yayas negras y el soul. Recibo su respuesta: la pobre no se lo puede creer, je je jeeee. (Un beso, guapa).

Después de comer recorremos varios tramos de la 125, el principal eje comercial de Harlem, curioseando en puestos callejeros, tiendas de ropa y demás. Rosalía se compra unas bambas que según ella son inencontrables en España y yo una camiseta con un estampado que dice: “I’m so… Harlem!”, para mi hermana. Queríamos visitar el Studio Museum, un centro cultural con una buena colección de arte afroamericano, pero cierran dentro de unos veinte minutos y ya no vale la pena. Algunas instantáneas del paseo:

New York - Harlem
Callejeando por la 125, también llamada Martin Luther King Boulevard.

New York - Harlem
El teatro Apollo, crisol de la música popular afroamericana (y universal).

New York - Harlem
Una hilera de brownstones, típicas casas de Harlem.

New York - Harlem
En la izquierda, al fondo, el hotel Theresa, uno de los puntos neurálgicos del antiguo Harlem. Se le conocía como “la sede social de la América negra”, y hospedó a famosos músicos, cantantes, deportistas… hasta a Fidel Castro una vez que estuvo de incógnito en New York. En los años 60 fue la sede de la Unión Afroamericana de Malcolm X. Lástima que ahora sea un edificio de oficinas… La vida moderna, ya lo decía antes. En la derecha, un señor portorriqueño que conoceremos en el Lenox Lounge, uno de aquellos clubs de jazz de los años 30, que está en el cruce de la 125 con Avenida Lenox (también llamada Malcolm X Boulevard). Aquí podéis ver el exterior:

New York - Harlem

Entramos en el Lenox Lounge. El bar está semivacío a estas horas, sólo hay tres personas aparte de la camarera: un joven negro muy bien vestido, con un suéter y un pantalón muy pijos, que nos saluda amablemente al vernos entrar; un tipo blanco, el primero que vemos en Harlem, de mediana edad y también muy arreglado; y el portorriqueño de la foto; los tres en la barra, no hay nadie sentado. Nosotros nos sentamos en un reservado y esperamos a que venga la camarera, ambos contemplando encantados la añeja decoración del local. De repente se gira el portorriqueño y nos espeta, en español y con un leve tono despectivo: “¿Dónde está la diversión?” Nos quedamos cortados, no sabemos qué responder; inmediatamente nos pregunta: “¿Italianos?” “Españoles”, respondemos. “¡Españoles!”, exclama, y se le ilumina la cara. “¡La madre patria!”, añade, y se nos acerca y se presenta, dándonos la mano efusivamente (no recuerdo su nombre, lástima), y empieza a hablar por los descosidos el tío. “¡Yo soy portorriqueño!”, dice, y nos pregunta de qué parte de España venimos: “De Barcelona”. “¡Barcelona! ¡Ah, qué bonito Barcelona! ¡Yo estuve allí y me gustó mucho! ¡Yo estuve en la Armada, ¿saben?, y una vez desembarcamos en Barcelona y lo pasé muy bien! ¡Era cuando aún estaba Franco, miren si hace tiempo! ¡Yo estuve en muchos sitios con la Armada! ¡Estuve en Vietnam! ¡Allí me pegaron un tiro en la pierna y desde entonces la tengo jodida!” “Vaya por dios”, le digo. (No sé, ¿qué hubierais dicho vosotros?) “¡No pasa nada!”, replica él, “¡Gracias a eso, el gobierno me paga mil quinientos dólares al mes y puedo comer todos los días!”, y se ríe a carcajadas.

El tío es tan simpático que estamos un tanto abrumados; no sé si se da cuenta, porque enseguida dice: “¡Bueno, mucho gusto, encantado de conocerles!”, y nos da la mano otra vez. Me atrevo a preguntarle si me deja hacerle una foto: “¡Pues claro, cómo no! ¿Cómo me pongo?”, y él mismo se responde: “¡Así, luchando!”, y adopta la pose de disparar con un fusil. Le hago la foto y le doy las gracias, y ahí queda el bonito retrato que habéis visto más arriba.

New York - Harlem
El portorriqueño se vuelve a la barra y se pone a charlar con el tipo blanco. A todo esto, Rosalía y yo empezamos a sospechar que la camarera no piensa venir hasta donde estamos, pues nos ha ignorado todo el rato. Puede que las mesas sean sólo para servir cenas, no tengo ni idea. En fin, me levanto y me acerco a la barra; justo entonces, la camarera desaparece por una puerta al fondo de la estancia, que por lo visto se comunica con otra sala. Pues qué bien. Me quedo en la barra como un tonto. El joven negro, que está a mi izquierda, se dirige a mí: “¿De dónde venís?”, me pregunta en inglés. “From Barcelona”. “Ah, Barcelona”, dice, y me informa de que en ese momento hay en New York algún tipo de certamen sobre Barcelona, mi parco inglés no me permite comprender de qué se trata exactamente; le pregunto si se refiere a un recital de poesía catalana que dio el mismísimo Lou Reed (obviamente traducida al inglés) poco antes de que Rosalía y yo llegásemos a la ciudad, y responde que quizá eso fuese parte del certamen, pero que hay más cosas. Le digo que me parece bien y me presento; él se llama Mark. Seguimos charlando de generalidades de New York mientras Rosalía se dedica a tirar fotos desde su asiento. El tal Mark tiene buena conversación y se diría que está contento de que un par de turistas blanquitos se preocupen por conocer el Harlem y sus habitantes; o tal vez me lo estoy imaginando. Le digo en broma que lo mejor que hemos encontrado en todo Manhattan es el cigar bar que tenemos al lado de casa, y se parte de risa. Eso nos lleva a la prohibición de fumar. Le digo que comprendo que se prohiba en los restaurantes y cafeterías, pero no en todos los bares de copas de la ciudad. Responde Mark que en parte lo encuentra justificado porque las enfermedades por tabaquismo cuestan mucho dinero al Estado, pero que a él también le jode bastante tener que salir a la calle para poder fumar. “Además, yo no fumo cigarrillos, sino puros”, añade. (Por algún motivo, mucha gente joven fuma puros en New York, algo nada frecuente en España.) “¿Tú te crees que tengo que fumarme un puro en la calle? ¡Eso no se fuma en un par de minutos! ¡Te puede durar media hora!”

Al fin aparece la camarera tras la barra, una chica negra y delgada, con ropa provocativa pero gesto hiératico, y se molesta en preguntarme si voy a tomar algo. Le pido dos cervezas. En eso que del fondo del local sale un anciano negro, alto, con barba blanca, gafas, traje y corbata; cruza la estancia muy digno y parsimonioso, se me acerca y me entrega un flyer con la programación de conciertos del Lenox Lounge, invitándome a acudir a alguno de ellos, y luego prosigue hasta la puerta y sale a la calle… Le muestro el flyer a Mark para que me recomiende algún concierto; echa un vistazo y dice que conoce a los que tocan el miércoles siguiente: los Nathan & Max Lucas Organ Trío, un combo de guitarra, batería y órgano (un órgano eléctrico auténtico, de los de antes, especifica Mark), con un sonido muy poderoso. Y además sólo cuesta cinco dólares… y sin la puñetera comisión de Ticketmaster, sólo faltaría. Bien, parece que voy a poder ver un buen concierto en New York, finalmente. Le digo a Mark que probablemente vendremos Rosalía y yo el miércoles, y le pregunto si él estará también. “Sí, soy asiduo. Vengo todos los días”, responde. Quedamos en vernos entonces. La camarera me sirve la bebida, pago y le digo a Mark que voy a sentarme un rato, y me vuelvo con Rosalía. Nos tomamos las cervezas mientras comentamos todo lo visto y vivido hoy. Estamos contentos, hemos puesto una pica en Harlem (¡je!)

New York - Harlem

Pero también estamos cansados, que llevamos todo el día dando vueltas, así que decidimos marcharnos a casa. Nos despedimos del amable Mark hasta el miércoles siguiente y salimos del bar. Nos dirigimos al metro, con el crepúsculo recortándose en las coloridas fachadas del Harlem. Por primera vez siento que nos estamos haciendo con la ciudad, o la ciudad se está haciendo con nosotros, no sé muy bien. En cualquier caso es fantástico. To be continued.

(Imágenes por HenryKiller.)

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HenryKiller | actualidad impresiones | 12:22 PM | Comments (15)

2 de Junio 2007

NEW YORK, NEW YORK (III)

New York

CAPÍTULOS ANTERIORES: I y II

Domingo 8 de abril. Hoy toca partido de los Yankees y visita al Harlem. Las entradas para los Yankees ya las compramos hace meses por internet, fue una de las primeras cosas que pensé cuando decidimos ir a New York.

Inciso: mi abuelo jugó al béisbol antes de la guerra en el equipo de Montjuic, Barcelona, donde había un campo de “pelota base” que supongo ya no debe existir, aunque estuvo ahí mucho tiempo; yo llegué a ver un partido a principios de los 80, creo recordar. A mí nunca me ha gustado la competición, pero desde mi más tierna infancia siempre fui muy peliculero, y cuando mi abuelo me contó que él había jugado a ese deporte tan raro que salía en las películas americanas, se me metió en la cabeza que yo también iba a jugar, ilusión que por supuesto nunca se hizo realidad. Mi abuelo me enseñó las reglas del juego y me compré un guante de pitcher y un bate, y todavía los conservo. Todos los veranos, mi primo y yo pasábamos un par de semanas en Castelldefels con mis abuelos y organizábamos partidos de béisbol con los chavales de por allí. Mi abuelo hacía de árbitro. Los chavales no entendían nada, pero se lo pasaban bien, seguramente porque les resultaba pintoresco.

Os cuento todo esto para que entendáis que el hecho de ver un partido de los Yankees de New York significaba para mí mucho más que la típica fantochada de turista. Iba a ser fantástico recuperar durante unas horas aquella ilusión infantil. Otra más de las muchas maravillas que me brindaba New York.

New York
En la izquierda, desayuno antes de salir. En la derecha, ya en el metro, rumbo al estadio de los Yankees.

Os dije que hablaría del metro; el metro de New York da un poco de miedo. La mayoría de estaciones son muy tétricas, incluso las de las zonas pijas. Andenes austeros como para deprimirse, viejos y deslustrados, sin apenas ornamentación y con vigas de metal al descubierto; te hacen pensar en alguna película de zombies posnucleares o algún videoclip de Nine Inch Nails. Choca que en una ciudad tan deslumbrante tengan un metro tan inhóspito, pero a ellos no parece importarles en absoluto. Por otra parte, orientarse ahí abajo tiene su tela, aun llevando un plano. Para empezar, en cada línea de metro (pongamos la amarilla, por ejemplo) pasan varios trenes con trayectos distintos (en este caso el N, el R, el Q y el W); de modo que, aunque te encuentres en la línea adecuada, si te equivocas de tren no sabes adónde puedes ir a parar… lo cual sucede con no poca frecuencia, como veremos… Por si no fuese bastante, hay trenes que cambian su trayecto a partir de cierta hora de la noche; así que uno puede estar muy seguro del tren que ha de tomar, pero si se le pasa la hora sin darse cuenta, acabará donde Jesus Christ perdió la zapatilla.

New York

Respecto al mito de la criminalidad en el metro de New York, debo decir que nunca sufrimos ni fuimos testigos de ningún tipo de asalto. Según parece, en los últimos años se ha trabajado mucho para evitar el crimen, no sólo a nivel policial sino también concienciando a la población (sí, el 11-S ha tenido algo que ver). Por todas partes te encuentras carteles de alerta contra el crimen, lo cual no es que sea muy tranquilizador para uno, pero imagino que debe producir algún efecto disuasorio. Empezando por la misma tarjeta de metro, fijaos:

New York
En efecto, muchos avisos están en español. Como el siguiente, en la izquierda:

New York
En la derecha: “LAS VÍCTIMAS DE CRÍMENES TAMBIÉN TIENEN DERECHOS. Si eres víctima de un crimen, tienes unos derechos y servicios disponibles para ayudarte…”

New York
Esto no tiene nada que ver, pero me hizo gracia.

New York
La “Waiting area”, en casi todas las estaciones hay una. Se trata de la supuesta zona segura del andén, monitorizada, siempre situada en la mitad del mismo, en la parte que queda justo delante de la taquilla del cobrador y, cuando llega el tren, enfrente del vagón del conductor. (En el metro de New York, el conductor no está en el primer vagón como sería lógico, sino en el del medio, y para conducir tiene que ir sacando la cabeza por la ventanilla lateral de su cabina. De verdad.) De madrugada, con los andenes casi desiertos, las pocas personas que esperan el metro se reúnen en la “Waiting area”.

Llegamos al estadio de los Yankees, que está “en el continente”, eufemismo para referirnos al Bronx, el barrio más chungo de New York, al norte de Manhattan y al otro lado del río Harlem. De hecho no hay que internarse mucho en el Bronx para llegar al estadio, pues éste se halla muy cerca del río, pero el paisaje urbano ya cambia radicalmente, los edificios son bastante desangelados y, desde luego, los rascacielos brillan por su ausencia. El metro pasa por debajo del río y emerge justo al lado del estadio, y luego prosigue hacia el norte por la superficie, como un tren de cercanías.

New York
Caos circulatorio bajo el metro elevado, junto al estadio.

New York
Las inmediaciones del estadio bullen de gente. Es el primer partido de la temporada y, como suele decirse, se palpa la emoción.

Sorprende la omnipresencia del béisbol en New York. Más topicazos: allá donde vayas ves tíos con la archiconocida gorra de los Yankees calada hasta las cejas (azul marino y con el logo de la N y la Y superpuestas), y en todos los bares donde haya una tele echan constantemente partidos del susodicho deporte. Cuesta entender que un juego más bien lento y complicado levante tanta pasión en una sociedad tan trepidante como la neoyorkina, pero así es. Todo quisque es de los Yankees, sin diferencias de clase, edad o raza. Si uno quiere integrarse en esta ciudad, con hacerse de los Yankees tiene mucho ganado. Como en Barcelona hacerse del Barça. (Por eso a veces me siento extranjero en mi propia tierra, porque no soy del Barça. No me gusta el puto fútbol.)

New York

Sin embargo, hoy los Yankees no tienen un buen día, los Orioles de Baltimore les están dando una pana. No me importa, estoy disfrutando como un crío. Comiéndome un hot dog entro en éxtasis. He soñado con esta memez durante años. Hasta a Rosalía, que ha venido a regañadientes, termina gustándole.

New York

Pero al cabo de un par de horas, y con el partido sin visos de terminar (el béisbol es como el tenis, sabes cuándo empieza pero no cuándo acaba), ya ninguna ilusión infantil puede ayudarme a soportar el frío inimaginable que hace ahí arriba, y desde luego Rosalía piensa lo mismo, así que decidimos marcharnos. Me da igual quién gane, ha sido estupendo. Antes de tomar el metro de vuelta a Manhattan pasamos por el chiringuito de merchandising y compramos camisetas y gorras de los Yankees.

Tomamos el metro: el vagón está repleto de negros. Sólo negros, todos muy serios y en silencio absoluto. Algunos nos miran fijamente. Si les devuelves la mirada no la apartan, ni pestañean. Rosalía y yo nos comportamos con normalidad (¿por qué no habríamos de hacerlo?), pero no se puede negar que es una situación bastante extraña. Después de dos o tres paradas seguimos en la superficie; se suponía que el tren debía entrar inmediatamente en el túnel que cruza el río Harlem, pero no. El paisaje urbano se ve cada vez más desolado, las casas más destartaladas. Y cuando empiezan a aparecer, una tras otra, las típicas canchas públicas de baloncesto que todos conocemos por las películas de pandilleros y traficantes, tenemos que admitir (no queríamos pensarlo) que sí, lo habéis adivinado: nos hemos equivocado de tren. No estamos volviendo a Manhattan, sino internándonos en el Bronx profundo. Vamos cargados con dos bolsos, dos cámaras y tres o cuatro bolsas de plástico del merchandising de los Yankees; o sea, vamos pidiendo a gritos que nos atraquen. De repente veo toda mi vida pasando hacia atrás y en blanco y negro. Hemos de bajar en la próxima estación y esperar un tren de vuelta a Manhattan.

New York
Nos encontramos dios sabe dónde, en un andén totalmente desierto, lo cual nos inquieta más todavía, porque nadie nos ayudará ante un potencial asalto. Aun así sacamos las cámaras y tiramos fotos. Moriremos al pie del cañón. Llegan tres o cuatro personas al andén, cada uno a lo suyo, nadie parece tener intención de hacer nada malo. Poco a poco nos vamos sintiendo más cómodos. Al fin viene el tren. Otra vez el vagón está abarrotado de negros, pero ya no veo dureza en sus rostros, sino más bien abatimiento, una pesadumbre de siglos. Ahora me sabe mal haber desconfiado tanto, me siento como un cretino con mi cámara y mis bolsas de los Yankees. Entramos en el túnel, volvemos a Manhattan. Próxima parada: el Harlem. To be continued.

(Imágenes por HenryKiller.)

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HenryKiller | actualidad impresiones | 2:15 PM | Comments (9)

9 de Mayo 2007

NEW YORK, NEW YORK (II)

New York

CAPÍTULO ANTERIOR

El sábado 7 de abril fue nuestro primer dia completo en New York y el protocolo exigía hacérnoslo de turistas borregos y recorrer el Midtown: Times Square, el Rockefeller Center, la 5ª Avenida, la joyería Tiffany’s y, en fin, todas esas cosas que no sirven para nada y todo el mundo se muere por ver.

Estábamos desayunando antes de arreglarnos para salir y echando un vistazo a la agenda del New York Times que compramos anoche, y doy un bote en la silla cuando leo que los venerables Iggy & The Stooges actúan el próximo martes 10 en una sala de conciertos llamada United Palace, en Broadway con la 175, a la altura de un barrio llamado Washington Heights (arriba del todo de Manhattan, más allá de Harlem). Yo aún no he escuchado el último álbum de los Stooges y, de hecho, todo el mundo dice que no vale un carajo, pero aun así sería una triunfada verlos en New York… No quiero marcharme de aquí sin haber ido a un concierto y los directos de Iggy Pop son una apuesta segura, con o sin los Stooges. Las entradas cuestan de treinta a cuarenta dólares cada una… Se lo propongo a Rosalía, que no es que se ponga a tirar cohetes precisamente; ella preferiría ver a algún otro grupo, pero tampoco se anuncia ninguno que le guste demasiado… Una vez más, la pobre acaba aceptando (no me la merezco). Acordamos aprovechar hoy mismo, que visitamos la parte más comercial de la isla, para buscar las entradas. Nos arreglamos y salimos, ¡¡la Gran Manzana nos espera!!

(Por cierto, a partir de ahora intentaré resumir bastante, que a este paso no acabaría ni el año que viene. Me centraré sobretodo en las fotos y sólo me extenderé con las anécdotas de turno.)

Callejeando hacia Times Square:

New York

New York

New York

De camino notamos la contradictoria y a momentos mosqueante naturaleza de los neoyorkinos. Al principio parecen ariscos y un punto altivos. Nada les detiene. Frecuentemente, en las calles y avenidas más concurridas, se chocan contigo y ni se dignan a mascullar un “sorry”. Y las pijas son particularmente repelentes, SIEMPRE hablando por el móvil, andando apresuradamente con la vista fija al frente y cara de importarles una mierda todo. Da la impresión de que podría ocurrir cualquier cosa (excepto que se hundan las Torres Gemelas) y ellos seguirían su marcha sin inmutarse para no llegar tarde a sus Importantísimos Destinos. Sin embargo, no se puede sacar un plano sin que se te acerque alguien a preguntarte si necesitas ayuda (otro topicazo, otra realidad). Nos pasó todos los días. Incluso una vez se nos acercó un tipo hablando por el móvil y, sin cortar la comunicación con su interlocutor, se ofreció a orientarnos hacia el lugar que estábamos buscando; algo impensable en España, que yo sepa. Ya os dije: “la inesperada amabilidad de los neoyorkinos”.

…y Times Square. Reconozco que me quedé acojonado con Times Square. Hace años, este lugar era el punto de encuentro de todos los vicios concebibles por el hombre, habitado por putas, chulos, jugadores y demás; pero ya no hay nada de eso. Para bien o para mal, las remodelaciones del alcalde Giuliani lo convirtieron en el mayor y más alucinante monumento a los mass media que podáis ver en vuestras vidas. Una plaza que es un espectáculo por sí misma. Yo suelo odiar la publicidad, los grandes eventos, la mediatización… pero, ante algo tan rematadamente megalómano como Times Square, el intelecto decididamente dimite y se vuelve uno como una polilla hipnotizada por la luz de una farola. Las fotos no le hacen justicia, de verdad. Estar ahí en medio es una experiencia extrema para ojos y oídos. No sabes adónde mirar. Hay tal concentración de pantallas, displays, carteles, luces y colores, que si en ese momento vieras al mismísimo Duende Verde volando por ahí, no te sorprenderías demasiado. Me recuerdo repitiendo: “No es normal. No es normal”. (No sé si llamarlo “bueno” o “malo”, pero desde luego no es normal.) Haceos una vaga idea:

New York

New York

Cuando empiezan a dolernos las cervicales de tanto mirar hacia arriba y las mandíbulas de estar con la boca abierta, decidimos entrar en la gigantesca Virgin Megastore a ver si tienen entradas para los Stooges. No es así, pero un dependiente nos dice que las podemos encontrar en una tienda de discos del Rockefeller Center, que precisamente hemos de visitar. De acuerdo. Tomamos un tentempie en el Starbucks (qué mierda de sitio, fue la primera vez en mi vida que entré en uno y no espero repetir), posponemos lo de las entradas y seguimos callejeando, primero Broadway arriba y luego hacia la parte Oeste de Manhattan, mucho más tranquila. Algunas imágenes por el camino:

New York
Una limusina vista desde el interior del odioso Starbucks de Times Square.

New York
“Te han estado mintiendo. Hay un Dios. Él te conoce. Él te ama. Él tiene un plan”. ¿El cartel de un musical de Broadway? ¡No! ¡Son las misas juveniles de la Iglesia de Times Square! (Los viernes a las siete de la tarde, por si a alguien le apetece.)

New York
En la derecha, otra limusina a la puerta de un teatro de Broadway. Por cierto, se representaba El color púrpura, había una cola considerable para entrar (debían ser las tres de la tarde) y todos los que hacían cola eran familas negras muy engalanadas, no logré ver ni a un solo blanco. Curioso.

New York
En la izquierda, un típico depósito de agua de New York. Están por todas partes, muchísimos edificios los tienen, incluidos los rascacielos. No me preguntéis para qué carajo sirven (¿es que aquí no hay cañerías o qué?) En la derecha, ooooootra iglesia.

New York
¡Sí! ¡Sí! ¡Las alcantarillas de New York echan humo, doy fe de ello!

Luego volvemos hacia el Este, al Rockefeller Center, el complejo privado más grande del mundo, entre las Avenidas 5ª y 6ª y las calles 48 y 51, que contiene jardines, tiendas, restaurantes, bancos… y hasta un teatro, el legendario Radio City Music Hall, aquí lo tenéis:

New York

Pero en la tienda que nos habían dicho tampoco tienen las puñeteras entradas; ahora nos remiten ¡¡a la NBA Megastore!!, que está en la 5ª Avenida con la 52. Me lo tienen que repetir para que lo entienda, no por el idioma, sino porque es el último sitio en el que se me habría ocurrido que las tuviesen. Me da que ya me están tomando el pelo. Pero bueno, una vez más nos viene de paso (parece hecho a propósito), así que tampoco perdemos nada preguntando en la NBA de marras. Vaaamos para allá.

New York
En la izquierda, la celebérrima pista de patinaje del Rockefeller Center. En la derecha, llegando a la 5ª Avenida por la calle 50, justo frente al Rockefeller, nos topamos con la Catedral St Patrick, de estilo neogótico.

Llegamos a la NBA Megastore. Algo escépticos preguntamos si venden entradas de conciertos y nos señalan un mostrador de Ticketmaster, una empresa que tiene el monopolio de la venta de entradas de espectáculos de todo Estados Unidos y cobra por ellas unas comisiones muy elevadas. Acabáramos, lo había olvidado. En los 90 hubo bastante polémica cuando el grupo Pearl Jam intentó organizar una gira sin la mediación de Ticketmaster para no encarecer el precio de las entradas, y apenas consiguió contratar unas cuantas fechas, pues casi todas las salas de conciertos del país se negaron a dar la espalda a la citada compañía, temiendo que ésta las dejase al margen de futuros eventos como represalia. Desde entonces no había vuelto a oír hablar de ello, pero ahora voy a comprobarlo in situ: efectivamente, una entrada para los Stooges vale unos treinta y nueve dólares, pero Ticketmaster te carga diez dólares más de comisión; y si quieres dos asientos contiguos, dos dólares más cada uno. Total, dos entradas para los Stooges: unos cien dólares. Que les den por el culo, digo, y nos largamos de la Megastore. En realidad no son los veinticuatro dólares de más, sino la rabia que da que te los cobren por la jeta. Aun sin muchas esperanzas, me agarro a la remota posibilidad de que en las taquillas del United Palace vendan las entradas sin la comisión de Ticketmaster, y comento a Rosalía que otro día podríamos ir allí a preguntar. Mi sufrida Rosalía asiente.

Comemos tarde, sobre las cinco, en un fast food hispano, y continuamos por la 5ª Avenida hacia arriba, en dirección a Central Park. Por cierto, debo decir que la Quinta nos parece un asco. Agobiante, abarrotada de gente, no tiene otro interés que las tiendas de lujo, al menos el tramo desde la 51 hasta la 57, donde se halla Tiffany’s: seguramente la zona más comercial del mundo. Una auténtica feria de vanidades. No me apetece hacer ninguna foto. Entramos en Tiffany’s: decenas de turistas se apiñan alrededor de las vitrinas. Salimos a los dos minutos. Llegamos casi a las puertas de Central Park, pero estamos demasiado cansados para verlo: es más del doble de grande que la distancia que hemos recorrido hoy. Ya vendremos otro día. Tomamos el metro para casa (en el próximo capítulo hablaré del metro de New York, que tiene su tela) y pasamos el resto de la tarde tumbados en el sofá, haciendo zapping. En un canal hispano (hablan en español) dicen que ayer, en Washington Heights, unos pandilleros atropellaron intencionadamente a un chaval y lo mataron. Primero le siguieron a pie y estuvieron un rato metiéndose con él, y luego subieron a un coche y le pasaron por encima. Salen los familiares destrozados, los vecinos conmocionados. De repente ya no me apetece ir a Washington Heights a ver a los Stooges.

En fin. Para no acabar el día con esta nota siniestra, después de cenar decidimos ir a tomar algo por nuestro barrio, donde no parece haber problemas de violencia. Rosalía, que durante los preparativos del viaje se preocupó de buscar en internet direcciones de smoker friendly bars, o más coloquialmente cigar bars (es decir, bares donde se puede fumar), recuerda que tenemos uno, el Merchants East, a sólo una manzana de casa, en la 1ª Avenida con la 62. Es un milagro de magnitud bíblica, teniendo en cuenta que sólo hay unos catorce o quince en toda la ciudad. Pues allá que nos vamos. Después de un día entero sin poder fumar en ningún local, ni tampoco en el apartamento, pues la ausencia de ceniceros nos indica que nuestro arrendador no fuma y no queremos que se moleste, una simple cervecita en el Merchants con un cigarrillo entre los dedos nos devuelve el buen rollo, comentando lo que hemos visto hoy y especulando con lo que veremos mañana, que promete ser mucho más auténtico (un partido de los Yankees, una visita al Harlem, algún suceso que no esperamos…) Y desde ahí despido este capítulo. To be continued.

New York

(Imágenes por HenryKiller.)

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HenryKiller | actualidad impresiones | 11:56 AM | Comments (8)

25 de Abril 2007

NEW YORK, NEW YORK (I)

New York

Si Lisboa me encandiló como una bonita y melancólica melodía, New York me enganchó como una droga dura. Resulta difícil imaginar un lugar más absorbente. La Gran Manzana contiene todos los ambientes concebibles por el hombre y siempre te sorprende con algo nuevo (bueno o malo) a la vuelta de cada esquina. Lo más estimulante es esa sensación, los que hayáis ido lo sabréis, de estar viviendo una película a cada paso que das (topicazo, sí, ¡¡pero totalmente cierto!! Y a quien no le gusten los topicazos mejor que no siga leyendo, pues me temo que este post va a estar lleno de ellos. Todos los tópicos de New York son ciertos, y otras muchas cosas también). A continuación intentaré pintar un pequeño retrato lo más fiel posible de esta fascinante, entusiasmante, bulliciosa, barroca, sobrehumana, inhumana, incluso humana, alienante, aterradora, alucinógena, adictiva, evocadora, rabiosamente moderna, profundamente decadente, y a la postre hermosa ciudad... pero no garantizo nada :)

Antes de empezar, capítulo de agradecimientos: a Rosalía, a Rosalía y a Rosalía. Este viaje fue idea suya y ella sola se curró todos los preparativos, billetes de avión, alojamiento, información, tickets varios, etc., mientras yo me limitaba a decir visitaremos esto y aquello. La pobre siempre preocupándose por todo y yo como un crío en Disneylandia... En fin, qué puedo decir. Gracias, maravillosa.

Bueno, empecemos por el principio:

New York
Viernes 6 de abril. Aquí me tenéis, ardiendo de impaciencia, mirando por la ventanilla del avión mientras éste inicia el descenso hacia el aeropuerto de Newark (New Jersey). Y esto es lo que veo:

New York
Millones de casitas unifamiliares dispuestas en perfecta e inacabable cuadrícula. La típica urbanización norteamericana extendiéndose hasta donde alcanza la vista: un paisaje más bien feo. Realmente, New Jersey no parece gran cosa, que me perdonen Kevin Smith y Bruce Springsteen. Aterrizamos en Newark a eso de las dos del mediodía (hora local), pasamos el control de inmigración (un policía chino bastante borde nos hizo una foto a cada uno, nos tomó las huellas y nos preguntó de qué trabajábamos, todo ello con muy poca cortesía) y tomamos un autobús hacia Manhattan, cruzando el río Hudson por el túnel Lincoln... y en cuanto el vehículo salió a Manhattan, por la calle 42... wow. Puro cine. Te crees que en cualquier momento vas a ver a Serpico pasando por ahí. Éstas fueron mis primeras impresiones de la isla (fotos tomadas desde el autobús):

New York

New York

New York

Después de este primer shock visual, el bus nos deja en Bryant Park. Aquí lo tenéis:

New York
Un parque bastante bonito, como podéis ver, aunque en ese momento no estábamos aún para admirar el paisaje, porque andábamos con las pesadas maletas y teníamos que reunirnos con la persona que nos alquilaba su apartamento, un joven y amable neoyorkino llamado John con quien habíamos contactado por internet. Le llamamos por el móvil para decirle que ya estábamos en Manhattan y nos suelta: "¡Benvinguts!" ¡En catalán! Con eso ya se ganó nuestra amistad eterna. Nos esperaba en el mismo apartamento, en la calle 63 con la 1ª Avenida. Como iba a ser un coñazo andar por el metro con las maletas, decidimos tomar un taxi. Aparte de lo difícil que es encontrar taxi entre el tráfico infernal del Midtown (la parte media de Manhattan), fue entonces cuando averiguamos que los taxistas de New York son todavía más gilipollas que los de aquí, porque ninguno nos quería llevar, no entendíamos por qué. Pararon unos cuantos, todos hindúes o árabes o negros (lo siento, fue así), pero sólo bajaban la ventanilla y preguntaban adónde íbamos, y cuando yo les decía "a la 63 con la Primera", ni siquiera se molestaban en decirme que no, simplemente volvían a subir la ventanilla y se largaban. La puta hostia, empezamos bien. En eso que, de una lavandería frente a la que nos encontrábamos, salió un dependiente y se dirigió a nosotros, un chavalillo con uniforme y visera, no sé muy bien si mulato o hindú o hispano (estaba yo muy nervioso), mostrándose indignado por lo que nos sucedía. Ésa fue ya la primera muestra de lo que yo llamo "la inesperada amabilidad de los neoyorkinos": el chaval llevaba ya rato viendo cómo todos los taxistas nos daban con la puerta en las narices y, a pesar de la extrema disciplina de los dependientes neoyorkinos (de eso hablaremos luego), no había podido aguantarse más y había salido a intentar ayudarnos. Nos dijo, según creímos entender (nuestro inglés no es muy boyante), más o menos lo siguiente: "La próxima vez entráis directamente en el taxi y una vez dentro le decís al taxista adónde vais, y si os quiere echar del taxi, le tomáis el número de licencia y llamáis a su compañía, y ya veréis cómo entonces sí que os lleva adonde sea". "¿Pero por qué hacen eso?", le preguntamos. "Porque son unos gilipollas", responde, y repite sus instrucciones apresuradamente antes de volver corriendo a la tienda, casi sin darnos tiempo a darle las gracias. Un tío majo.

De todas maneras no íbamos a poder subir a un taxi como si nada con todos los bultos que llevábamos, pues no cabrían en los asientos y habría que ponerlos en el maletero, de modo que el plan era inviable. Así que decidimos seguir andando hacia la 1ª Avenida, suponiendo que sería más fácil que quisieran llevarnos cuanto más cerca estuviéramos del lugar adonde nos dirigíamos. Qué cosa más absurda, ¿verdad? Pues así funciona el tema.

Hace un frío que lo flipas, aunque haga buen día. Y allá vamos, cargados como mulas, hacia el lado Este de Manhattan, avenida tras avenida. Por cierto, una manzana de Manhattan hace como tres de las del Eixample. En el plano, la isla parece poca cosa, se diría que puedes cruzarla en media hora; en la realidad, sus dimensiones son tales que la mayor parte del tiempo no tienes la sensación de estar en una isla, te crees que nunca llegarás a ver la orilla. Manhattan es un monstruo (y no sólo por su extensión).

New York

Llegamos a la 1ª Avenida, justo delante del edificio de las Naciones Unidas, al que no hicimos ni puto caso, y nos detuvimos un momento a ver si aparecía algún taxi... y fijaos qué cosas, no transcurrió un minuto antes de que parase uno y, sin preguntarnos nada, nos abriese el maletero para que pusiéramos los bultos. A pesar de todo lo que habíamos andado, aún nos quedaba un buen trecho hasta el apartamento, así que lo agradecimos en el alma. El conductor era hispano y nos oía hablar en español entre nosotros, pero él nos hablaba en inglés. (Esto no es lo frecuente, sin embargo: a lo largo de nuestra estancia en New York comprobaríamos que mucha gente habla el español, incluso los no hispanos.) El tipo conducía como si estuviera en una persecución, a toda castaña y dando volantazos, y mientras tanto nos hablaba con toda tranquilidad por entre la mampara de plástico que separaba su asiento del nuestro; todo muy americano. En un momento en que pasaron los bomberos con la sirena puesta, nos dijo algo así: "Estos tíos no sé a qué juegan, se pasan el día corriendo con la sirena por toda la isla y ¡¡no hay ningún fuego!! ¡¡Llevo todo el día dando vueltas y no he visto el fuego por ninguna parte, pero a ellos les veo todo el rato!! Yo creo que se aburren". Rosalía y yo nos reímos, aunque no sabíamos muy bien si lo decía en broma o no. (Aún no lo sabemos, pero debo decir que ciertamente vimos a los bomberos pasar un montón de veces en los días que siguieron, y tampoco vimos ningún fuego.)

Al fin llegamos al edificio de apartamentos donde nos hospedaríamos los próximos siete días. Vedlo:

New York
El Típico Edificio de Ladrillo de New York, con su También Típica Escalera de Incendios. Albricias. John nos esperaba en el portal y, tras ayudarnos a subir los bultos (era un quinto sin ascensor y con escaleras muy empinadas) nos enseñó el apartamento, todo un nidito de amor:

New York
Y lo mejor es que, aparte de bonito y cómodo, tiene calefacción. Fantástico. Además, John se había preocupado de dejarnos toallas y botecitos de jabón en el baño, algo de comida en los armarios de cocina y la nevera (conservas, pasta y esas cosas), y hasta velitas para alguna velada romántica. Todo un caballero. Tened en cuenta que se trata de su casa, no un inmueble que él posea como inversión ni nada parecido. Él vive allí mismo; su ropa estaba en el armario y, mientras nosotros ocupásemos la estancia, se iría a dormir a casa de un amigo. A Rosalía y a mí, tanta familiaridad se nos hacía extraña e incluso embarazosa, pero al parecer ocurre a menudo allí, hay mucha gente en New York que alquila su propia vivienda, no sé si en el resto del país también.

Pero hay más: resultó que, por pura casualidad, el bueno de John trabaja en el MOMA, que Rosalía y yo habíamos previsto visitar; y antes de que le pidiéramos nada (tampoco nos habríamos atrevido) se ofreció a incluirnos en la lista de invitados para que entrásemos gratis. A estas alturas ya no podíamos creer en nuestra buena suerte, estábamos en una nube.

Después de darle las gracias como unas quinientas veces (y de pagarle, por supuesto) se marchó y nosotros nos quedamos un rato contemplando arrobados "nuestra casa de New York". Me encantaba el rincón de la butaca junto a las ventanas que dan a la escalera de incendios y a la 1ª Avenida:

New York

New York
(Por cierto, podía haberme tapado la calva con el Photoshop, pero no lo he hecho. ¡¡Para que veáis que sólo os muestro la Verdad!!)

Hay que decir que, según la placa que hay en la fachada del edificio, éste fue construído a finales del siglo XIX, y sin embargo está perfectamente conservado y acondicionado en su interior. Mi casa de BCN puede tener como sesenta o setenta años menos y no está en tan buenas condiciones. Eso sí, la escalera vecinal es algo tétrica y alienante, como mandan los cánones. ¿No os podéis imaginar a un Travis Bickle viviendo tras alguna de esas puertas?:

New York

Y hablando de escaleras, cuando dejamos de fliparlo un poco (pero sólo un poco) decidimos bajar a la calle, a echar un vistazo a aquella parte de la ciudad y luego al súper a por provisiones. Lo más agradable de alojarte en un apartamento, aparte de que te sientes mucho más a tus anchas, es que haces vida de barrio, te ahorras un montón de pasta en comidas o cenas y tienes una auténtica experiencia local, sin la aséptica barrera de la recepción de un hotel.

"Nuestro barrio", un sector indefinido entre el Midtown y el Upper East Side, es bastante tranquilo, y por las noches apenas hay tráfico y se puede dormir bien; pero al mismo tiempo tiene todo tipo de tiendas, restaurantes y bares, así que no nos faltó de nada. Un barrio ideal para nosotros, a medio camino de cualquier sitio pero apartado del bullicio enloquecedor de las demás zonas. Algunas instantáneas:

New York

New York
En la izquierda, dos cosas típicas de New York: una iglesia (las hay hasta debajo de las piedras) y un rascacielos al fondo. En la derecha, el puente de Queensboro, a unas tres manzanas de casa.

New York
Otras dos cosas típicas de New York: un salón de manicura (los hay también a centenares, no me preguntéis por qué) y bolsas de basura en plena acera (allí no tienen contenedores; en cada acera hay unas marcas blancas que señalan el lugar donde deben depositarse las basuras para su recogida).

John nos había dejado también una lista de supermercados de los alrededores; íbamos siempre al Gristede's, el más cercano de todos, a sólo un par de manzanas. Según John, Gristede's era el súper más cutre, pero a decir verdad tenía absolutamente de todo, no sé qué entendería él por "cutre" (seguro que nunca ha visto un Dia). De los súpers de allí llama la atención, aparte de la inconmensurable variedad de marcas de alimentos de todo tipo, que en el hilo musical no suenan pachangadas estilo Shakira o Jennifer Lopez, que es lo "mejor" que puedes llegar a oír en un súper de aquí, sino clásicos del pop bubblegum de los 60 (más o menos como la música de las pelis de Tarantino). Le dan a uno ganas de llorar de felicidad.

Aunque no todo el mundo parece tan feliz. Las cajeras de los súpers son todas negras, con excepción de alguna asiática, y están siempre muy serias, nunca hacen broma ni hablan a gritos entre ellas como aquí. Lo mencioné antes, los dependientes en general suelen ser extremamente serios y disciplinados, y un tanto amargados, o dan esa impresión. Sólo hablándoles con mucha amabilidad logras arrancarles una sonrisa; deduzco que la mayoría de gente no lo hace. Y los reponedores de los súpers son todos también negros, pero cincuentones y obesos, y con cara de cansancio infinito. Al pasar te saludan con resignada cortesía. No miran a los ojos, bajan la cabeza.

Otra cosa chocante es que los neoyorkinos, supongo que los norteamericanos en general, compran sus medicinas en los súpers. No llegamos a ver ni una sola farmacia; no hacen falta, porque cualquier súper tiene varias estanterías atiborradas de medicinas. Para comprar algo que requiere receta, hay que entregársela a la cajera del súper.

New York

Tras volver a casa con la compra decidimos que esa noche cenaremos fuera para celebrar la llegada. Nos arreglamos y bajamos a un restaurante hindú, a unos veinte metros de nuestro edificio; un local todo de madera y en penumbra, con las únicas luces de las velas en las mesas, muy exótico. La comida tiene demasiado picante para mi gusto, pero me sienta bien, sobretodo la sopa caliente. Un camarero hindú se interesa por nosotros, de dónde venimos y todo eso; esboza una sonrisa de complicidad al saber que vivimos en BCN. "¡¡Ah, Barcelona!!", dice. Supongo que debe hacer lo mismo cada vez que atiende a un turista, pero lo cierto es que en días sucesivos comprobaremos que en New York casi todo el mundo conoce BCN, casi todos han estado aquí o quieren venir alguna vez o conocen a alguien que ha venido. Luego, al pedir la cuenta, nos topamos por vez primera con el espinoso asunto de las propinas, las puñeteras propinas de New York. (Espinoso para nosotros, por supuesto; los neoyorkinos lo tienen muy asumido.) Se estima un quince por ciento del importe; afortunadamente, en la guía Trotamundos que llevamos encima sale una tabla con el cálculo de las propinas correspondientes a cada cantidad que te puedas gastar. Sin embargo, como no pagamos en efectivo sino con tarjeta, no sabemos cómo se van a cobrar la propina. Se lo preguntamos al camarero: nos explica que primero pasan la tarjeta y después, cuando te traen el comprobante de la transacción para que lo firmes, debes anotar en él la propina que vas a dejar; mientras tanto, el datáfono ha guardado tus datos para cobrar el total, importe y propina, al devolverles el comprobante firmado. Un poco retorcido, ¿no? ¿Por qué no incluyen el quince por ciento de propina directamente en la cuenta y nos ahorramos ceremonias? En fin, debo decir que esto de las propinas no nos gustó nada y los últimos días estábamos ya bastante hartos de ello. Yo dejo propinas en España, pero cuando yo quiero; no me gusta tener que hacerlo por obligación.

Antes de subir a casa compramos el New York Times del ya extinto viernes, afortunadamente aún quedan ejemplares, pues sabemos que los viernes viene con un prestigioso suplemento cultural con una agenda de conciertos y exposiciones y demás. Lo compramos en uno de los tres o cuatro stores que hay en nuestro mismo tramo de calle, los típicos chiringuitos con rótulos luminosos y abiertos las veinticuatro horas (otro topicazo muy cierto) que hacen las veces de minisupermercados de urgencia, pues en ellos puedes encontrar toda clase de alimentos, lógicamente no en tantísima cantidad como en los súpers de verdad, pero suficiente para sacarte de un apuro a las cuatro o cinco de la madrugada. Con dinero, en New York nunca te faltará de nada en ningún momento del día. Con dinero.

Y nos vamos a dormir, que estamos cansados del vuelo y la caminata, y mañana hemos de andar más todavía. To be continued, nens.

(Imágenes por HenryKiller.)

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HenryKiller | actualidad impresiones | 1:28 PM | Comments (9)

16 de Abril 2007

NEW YORK, NEW YORK

New York

Acabamos de llegar de New York. En breve postearé un amplio reportaje con un montón de fotos y aventurillas varias. No se lo pierdan...

(Imagen por HenryKiller.)

HenryKiller | actualidad impresiones | 4:42 AM | Comments (5)

30 de Octubre 2006

LISBOA MEU AMOR

Lisboa

Hemos pasado este fin de semana en Lisboa; ha sido el regalo de Rosalía por mi cumpleaños (muchas gracias, princesa. Estooo... no sé si podré igualarlo). En realidad, mi cumple es en diciembre, pero la oferta de vuelo era para estos días y había que aprovechar. Llevaba tiempo deseando volver a esa ciudad: fui por primera vez hace unos cuatro años y me enamoré de ella. Me ha encantado comprobar que sigue igual de bonita que entonces.

Lisboa

Rosalía no conocía Lisboa y también le ha encantado; yo temía que a ella no le gustase tanto, incluso que a mí ya no me gustase tanto. Lo cierto es que la primera vez fui en unas circunstancias muy particulares de mi vida y eso pudo haber magnificado mi visión de esa ciudad. Pero, muy al contrario, ésta se ha confirmado, y no sólo a mis ojos.

Lisboa

Para alguien que vive en Barcelona, ir a Lisboa es como alejarse del mundanal ruido, pero con todas las posibilidades de una metrópoli. Es un lugar moderno, pero que en muchos sentidos permanece en el pasado. En las zonas más antiguas, inaccesibles al tráfico rodado, hay un silencio que parece imposible en un núcleo urbano, y los viejos sacan sus sillas a la calle y pasan la tarde charlando. En las diversas colinas que abollan la ciudad existen miradores bastante tranquilos, a cual más bonito, donde tomar un café y olvidarse de todo contemplando las vistas; llegar hasta alguno de ellos sólo te lleva dos o tres paradas de tranvía o metro, según los casos. No hace falta ir lejos para salir del bullicio: estés donde estés, siempre hay un rincón de calma.

Lisboa

Lisboa

En el centro siguen funcionando los antiguos tranvías de madera, cruzándose con los nuevos, que van más aprisa y hacen trayectos más largos. Este contraste sorprendentemente natural, como por casualidad, entre la modernidad y el pasado más arcaico, da un aire muy especial a la urbe.

Lisboa

Lisboa

No crean que los tranvías de madera son sólo turísticos. Los hay que sí y te cobran treinta euros o qué sé yo, con rutas guiadas y memeces de ésas; pero otros son de línea regular y cuestan un euro y pico como cualquier transporte. Cruzar el centro de la ciudad en uno de esos cacharros, sacudiéndose y crujiendo todo el rato como si estuviera a punto de caerse a trozos, es una experiencia realmente pintoresca, inimaginable en Barcelona o Madrid.

Lisboa

Lisboa

La juerga de Lisboa se encuentra en el Bairro Alto, el distrito bohemio de la ciudad, que se pone hasta arriba de gente; es parecido a Gracia, pero con unas cuestas de cuarenta y cinco grados. Todo son bares y restaurantes y tiendas de discos y ropa (las discotecas suelen estar por la periferia de la ciudad).

Lisboa

En dicho barrio viven muchos actores, músicos, diseñadores, periodistas y demás: quizá eso explica por qué todo el mundo sale con las copas a la calle y no pasa nada con los vecinos. O quizá es por el milenario estoicismo de los portugueses, quién sabe.

Lisboa

No conozco pueblo más bien educado que el portugués. Nunca me he identificado ni con la verborrea chulesca y chabacana del típico español, ni con la coñita escatológica y torracollons del típico catalán (para ser totalmente sincero, últimamente estoy hasta los huevos tanto de unos como de otros). Pero el carácter portugués, con esa tranquilidad de siglos, siempre afable pero sin dar demasiadas confianzas antes de tiempo, me parece impecable. Allí nadie te hablará con desconsideración, pero tampoco pretenderá ser tu amigo antes de serlo; y cuando lo sea, lo será de verdad. Me siento muy cómodo en ese contexto. (Y sí, me lo voy a pensar.)

Lisboa

Y hablando de sitios donde me siento cómodo, sobre estas líneas pueden ver el bar que suspende el tiempo. Ahora hay más gente que cuando lo descubrí, han abierto otros dos o tres locales al lado y quizá se ha perdido una pizca de encanto, pero sólo una pizca. El ritual de tener que pasar junto al funicular aparcado para bajar hasta los bares, convierte esa calle en uno de los parajes más llenos de magia que he visto en mi vida. Las fotos son un pálido reflejo, pero háganse una idea:

Lisboa

La belleza decadente de Lisboa es una cosa encantadora. Yo creo que vale la pena que dejen las fachadas deslustradas con tal de no tener las calles infestadas de guiris. ¿De qué sirve una ciudad glamourosa si no pertenece a sus habitantes?

Lisboa

Es una lección que debiéramos aprender en Barcelona, donde pagamos un precio demasiado alto por ser una ciudad de moda. Aquí estamos muriendo de éxito; Las Ramblas se han convertido en una colonia británica. Nos perdió la obsesión por figurar, el Barcelona posa’t guapa. Sin preocuparse tanto por su aspecto, Lisboa resulta cosmopolita pero tranquila al mismo tiempo, te deja respirar. Díganme si esto parece el rabioso centro de una gran ciudad a partir de las cinco de la tarde de un viernes o sábado:

Lisboa

Por cierto, un detalle curioso: absolutamente TODAS las aceras de Lisboa son como las que pueden ver sobre estas líneas. Les importa un huevo que sean incómodas para andar. A mí también: en Barcelona ya las habrían levantado unas cien veces para justificar otras tantas partidas presupuestarias que se embolsaría el cuñado del concejal de turno, jodiendo cada dos por tres a los vecinos.

Lisboa

Pero habrá que ver cuánto les dura a los lisboetas. Ya sabréis que Portugal atraviesa una crisis económica muy grande; el día que se den cuenta de que en Lisboa tienen una mina, veremos qué pasa con ella. El dilema de nuestro tiempo: preservar el espíritu de un lugar para seguir viviendo tranquilos, o vender el culo al turismo para poder comer. Estaría bien que a alguien se le ocurriera algún otro camino.

Lisboa

Me pregunto cuánto tardará el concejal de turno en inventarse un Fórum o lo que haga falta para que acudan como moscas todos los guiris de Europa. De hecho, en los periódicos lisboetas ya se habla de un proyecto para difundir una “marca Baixa-Chiado” (el distrito comercial de la ciudad), supongo que siguiendo el ejemplo de la “marca Barcelona” del cretino de Clos.

Lisboa

Hemos estado poco más de un día y medio allí, pero he tenido tiempo de quedar con una lisboeta a la que conocí la primera vez que fui y charlar un rato con ella, y me ha contado que está pensando en irse a vivir al campo, porque ya empieza a sentirse estresada en su ciudad. “Susana, si vivieras en Barcelona sabrías lo que es estar estresada”, le digo. “Te creo, y precisamente no quiero llegar a eso”, responde. Muy sabia, mi amiga Susana. Por mi parte, pienso volver a Lisboa tantas veces como pueda antes de que la jodan para siempre como a Barcelona. Ya tengo la saudade. Buenas tardes.

Lisboa

(Imágenes por HenryKiller. ¿Qué os creíais, eh?)

HenryKiller | actualidad impresiones | 4:01 PM | Comments (32)

30 de Septiembre 2006

LA HISTORIA VISUAL DE NUESTRO TIEMPO

Creo que todavía no concebimos el alcance de ese interesante, divertido, fascinante, adictivo, frívolo y a veces hasta estúpido invento llamado YouTube: será la gran enciclopedia visual del siglo XXI. Cuando la raza humana se extinga, los seres que nos reemplacen sabrán más de nosotros por YouTube que por los jeroglíficos egipcios. ¿Alguien ha leído El secreto de Joe Gould? Trata de un pobre diablo que pretendía escribir “la historia oral de nuestro tiempo”, un monumental compendio de conversaciones cazadas al vuelo (sucedía en los años treinta, si mal no recuerdo). Pues bien, dicha pretensión no tendría mucho sentido actualmente: YouTube es ya la historia visual de nuestro tiempo, y cada día lo será un poco más. Al menos en esto, la televisión no puede competir: el hecho de que todo el mundo tenga la oportunidad de “emitir” lo que le dé la gana, marca el antes y el después. YouTube nos muestra, más que ningún otro medio, todo lo que somos y todo lo que hacemos, para bien y para mal. Así sea.

HenryKiller | actualidad impresiones | 4:01 PM | Comments (9)

8 de Junio 2006

(...)

Habéis roto. Bueno, era de esperar; quien más quien menos todo el mundo sabía que esto iba a pasar tarde o temprano. Lo que sorprende es la manera con que lo habéis hecho, el golpe de efecto más trompetero de los últimos tiempos. Cuando parece imposible que podáis caer más bajo en chabacanería y juego sucio, siempre lo lográis de nuevo; felicidades. Que vuestras decisiones tienen más de pose que de lógica, no hace falta que nadie os lo diga porque ya lo sabéis (no creo que seáis idiotas… otros calificativos se me ocurren, pero no idiotas), y evidentemente no os importa un carajo. Por primera vez se ve un pequeño atisbo de solución a un problema espantoso, pero vosotros hacéis todo lo posible porque se vuelva a cerrar la persiana. Porque en realidad no es solucionar problemas lo que queréis, sino pura y simplemente ganar, aunque la palabra “ganar” pierda todo su sentido en un debate como éste. La envidia es un vicio repugnante en todos los casos, pero lo es más aún cuando el objeto de la misma afecta a vidas humanas. Pero vosotros ahí, erre que erre. Si no pudisteis conseguirlo vosotros, que no lo consiga nadie. Felicidades, felicidades.

HenryKiller | actualidad impresiones | 2:30 AM | Comments (3)

27 de Febrero 2006

EL EJÉRCITO DEL FÉNIX SE VENDE EN LAS LIBRERÍAS

¿Recuerdan a Èric Bertran, el niño de 14 años que fue acusado de terrorismo por mandar emails firmados como “Exèrcit del Fènix” (Ejército del Fénix) contra supermercados que no etiquetaban en catalán? Pues bien, acaba de publicar su primer libro (¡claro, cómo no!), titulado… a ver si lo adivinan… ¡¡Èric i l’Exèrcit del Fènix!! ¡¡Bieeen!!

No quiero entrar en el debate político; no comulgo ni con unos ni con los otros, y el ambiente ya está bastante caldeado. (El maniqueísmo, qué gran mal de nuestros días.) No: a mí me interesa más la vertiente editorial del asunto. Definitivamente, cada vez cae más baja esta seudoliteratura autobiográfica tan de moda hoy en día, en la que no importa en absoluto la calidad literaria que pueda tener la historia de turno, sino el puro y simple morbo de saber que “esto le pasó de verdad al autor”. Hasta ahora, para que te publicasen un libro autobiográfico hacía falta ser ex chulo o ex puta, o ex drogadicto o ex camello, o alguna otra profesión de alto riesgo colmada de experiencias extremas; o quizá haber sobrevivido al conflicto de Kosovo o algo así. Pero ahora ya no: ahora, con enviar cuatro ridículos emails anónimos ya vale. Quizá debería empezar a enviar emails, no sé, a la Renfe por ejemplo, exigiéndoles que en los trenes se prohiba hablar por el móvil a grito pelao; o a todos los restaurantes de Barcelona, reivindicando que se impida la entrada a las parejas con niños que gritan; que a mi entender son cosas como mínimo igual de importantes que el idioma de las etiquetas de los supermercados. Y firmaría: “Ejército de Dionisos” o cualquier gilipollez que quede así como muy profunda y tal. ¡¡Eureka!!, al fin veo mi camino. Me llevarán a la Audiencia Nacional por peligroso terrorista, pero cuando se den cuenta de que han hecho el ridículo y me suelten, mi hazaña me legitimará para emprender una exitosa carrera literaria, convirtiéndome en el héroe de los que no soportan a los niños que gritan en los restaurantes.

HenryKiller | actualidad impresiones | 6:38 PM | Comments (12)

31 de Enero 2006

TODOS SOMOS ESTRELLAS EN EL ANTIKARAOKE

Antikaraoke

Angustio era un soñador frustrado, un tipo que había tenido la osadía de acariciar el cielo antes de alcanzarlo, y el cielo no le había devuelto la caricia. (El cielo no devuelve caricias: o se abre o no se abre.) A sus treinta y largos, gordo, calvo y con gafas de culo de vaso, aún soñaba con ser una estrella del rock.

Unos diez años atrás, cuando era un chaval delgado y con una leonina cabellera, y vestido a la moda grunge, había estado en un par de grupos de rock, ahora tocando la guitarra, ahora el bajo, ahora cantando; no tenía muy claro lo que quería hacer, sólo sabía que iba a ser una estrella del rock. Iba a ser especial, alguien cuya simple presencia en un escenario resultaría magnética y haría enloquecer a la gente. Sí, no había duda; no sabía cómo, pero iba a ser una estrella. Iba a ser como Elvis. No, como Angus Young. No, como los Ramones. No, como Mick Jagger…

Pero poco a poco, y sin darse cuenta, lo fue dejando. Ya se sabe, la vida es dura y hay que buscarse un trabajo serio y bla bla bla. Y ahora se arrepentía y se aburría como una puta ostra. Ah sí, tenía amigos; ah sí, tenía pareja; ah sí, tenía una casa apañadita y un sueldo también apañadito. Digamos que, sin ser un triunfador, tampoco le iba mal. Peor sería estar debajo de un puente, se decía a sí mismo para animarse. Y sin embargo no era feliz, le faltaba esa experiencia catártica que le hiciera sentir especial, que le elevase más allá de la gris cotidianidad de su existencia. Que le devolviese la excitación de antaño, aquel precioso destello de locura. Y lo peor era que con su aspecto actual ya no se veía como estrella del rock…

Pero estaba equivocado. Todavía podía ser una estrella, claro que sí: al menos una noche a la semana. Descubrió el Antikaraoke de Rachel Arieff, una bella y loca artista yanqui que cada lunes a las 10:30 de la noche organiza y presenta un maravilloso desmadre en la sala Sidecar de BCN.

Antikaraoke

Se trata de un karaoke muy especial, en el que la letra no se lee en un monitor con videoclips cutres de parejas por la playa y todo eso, sino en un sencillo atril (y en realidad, ¡a quién coño le importa la letra!); y en el que no importa demasiado que no tengas buena voz (aquí no se atreven los típicos pijos que hacen gorgoritos), sino el entusiasmo que le pongas y el pedazo de show que seas capaz de dar, a lo cual responden los parroquianos con verdadero fervor.

Antikaraoke

Antikaraoke

Y lo más importante, un karaoke en el que las canciones no son de Chenoa, Bisbal y demás, ¡sino de Guns’n’Roses! ¡AC/DC! ¡Los Ramones! ¡Los Doors! ¡Elvis, Bowie, los Beatles, los Stones…! (No se asusten los poperos, también están Duran Duran, Alanis Morissette, Michael Jackson, ABBA… Hasta Frank Sinatra está. La selección, en fin, es estupenda.) La bella Rachel es muy buena animando el cotarro y además hace algún que otro número cómico, parodiando a Axel Rose, Madonna, Michael Jackson, Courtney Love…

Antikaraoke

Antikaraoke

Así pues, Angustio descubre no sólo que aún puede ser una estrella, sino también que hay muchas personas con la misma necesidad que él, de ambos sexos y de todas las edades y condiciones. (No todo son calvos y gordos, como podéis ver...)

Antikaraoke

Antikaraoke

El entusiasmo va aumentando a medida que transcurre la noche, las ganas de los intérpretes se contagian y acaba subiendo media sala al escenario, aullando al unísono la canción escogida por Rachel para terminar el show (anoche fue Bohemian rapsody de Queen). Es maravilloso verlos ahí arriba, viviendo al fin sus sueños. Un colofón sinceramente apoteósico, tan emocionante como un concierto “de verdad” (según qué conciertos, incluso más).

Antikaraoke

Antikaraoke

Angustio ya es feliz, ya es una estrella todos los lunes por la noche. Porque, como dice Rachel, en el Antikaraoke todos somos estrellas.

(Imágenes amablemente copiadas del sitio web de Rachel Arieff.)

HenryKiller | actualidad impresiones | 2:36 PM | Comments (5)

24 de Agosto 2005

FIESTAS DE GRACIA

Las calles de Gràcia solían quedarse tristes al terminar las fiestas, pero creo que este año respiran aliviadas. La semana pasada empecé a escribir un completo reportaje sobre los disturbios de las fiestas, pero al final desistí ante el aluvión de datos contradictorios… Pero quiero al menos hablar un poco de ello aunque sea por encima.

Supongo que a muchos os parecerá una frivolidad, pero aquí en Gràcia se vivió como si el mundo se viniera abajo. Lo peor fue el destrozo del decorado de la calle Tordera, que representaba el interior de un pez y era una verdadera obra de arte. Eso fue una patada en los huevos a los vecinos, ellos se esfuerzan mucho por organizar las fiestas más bonitas de la ciudad, currándose los decorados durante meses y obviamente sin ganar nada con ello, para que se lo paguen así. Es patético que la gente no sepa distinguir entre divertirse y joder a los demás. Encima de que les ponemos la fiesta, nos la revientan. No me extraña que cada año haya menos vecinos que se animen a decorar sus calles… A este paso dejará de hacerse y se perderá la originalidad de estos festejos.

En un primer momento, como siempre, se culpó al colectivo okupa, pero inmediatamente los mismos vecinos de la calle Tordera lo desmintieron. Los vecinos de Gràcia conocen bien a los okupas y saben lo que se dicen. Afirmaron que había sido un grupo de estética heterogénea, mayormente extranjeros; se habló de italianos, franceses… en cualquier caso, blancos y europeos. Luego se difundió que los disturbios se habían iniciado en las cercanas plazas del Sol y de Rius i Taulet, donde se concentra todo el turismo de botellón. Al parecer, la Guardia Urbana intentó desalojar las plazas a las 3 de la madrugada, pues la gente tiende a olvidar que Gràcia no es una especie de parque temático de La Fiesta, sino un barrio donde también se vive y se duerme (o se intenta). Pero los aludidos respondieron lanzando botellas con una violencia inusitada, que incluso sorprendió a los propios agentes. En unas imágenes que dieron por la tele se veía a los antidisturbios huyendo, inaudito. En las noches que siguieron se aumentó la presencia policial, pero los agentes optaron por no desalojar las plazas a las 3 (¡vaya solución!, evitamos los disturbios pero los vecinos que se jodan igual). Aun así hubo algunos amagos de enfrentamiento y se detuvo a unas tres personas, si no estoy mal informado.

Lamentablemente, las fiestas de Gràcia se han convertido desde hace unos tres o cuatro años en una cita “obligada” para el turismo de botellón, que se aprovecha de la permisividad del barrio para hacer lo que le sale de los cojones sin respetar nada (¡a estos hijos de puta sí que habría que impedirles entrar en el país!) Sin embargo, ha trascendido que los tres detenidos no son turistas, sino con residencia en Barcelona y cerca de Gràcia. Por otra parte, la pasmosa y repentina violencia con que se iniciaron los disturbios da que pensar; fuentes policiales afirmaron haber detectado pautas de ataque organizado, no parecía obra de cuatro borrachos. ¿Hay algo más detrás de todo esto? ¿Provocadores camuflados?

Sea como sea, sorprende la timidez de los cuerpos de seguridad en este asunto. ¿Cómo detuvieron sólo a tres personas, con la que se lió? ¿Por qué no fueron tan duros como suelen serlo cuando desalojan casas ocupadas, o cuando las manifestaciones antiglobalización? ¿Por qué permitieron a los vándalos seguir provocando y metiendo ruido toda la noche?

En fin, para terminar con una nota positiva, decir que la noche del sábado estuve con la Niña y mis amigos en una calle apartada del epicentro del jaleo, en la que siempre hay buenos conciertos (no voy a decir cuál es, no sea que los hijos de puta de turno se enteren y la revienten el año que viene), y lo pasamos de puta madre. Al final tuve mi pequeña dosis de magia Gracienca. Por muchos años… o no.

HenryKiller | actualidad impresiones | 2:22 PM | Comments (4)

19 de Mayo 2005

Plan contra la depresión

Leo esta mañana que el Departament de Salut de la Generalitat va a poner en marcha un plan para detectar posibles casos de depresión. De momento lo probarán en l’Eixample Dret mediante anuncios, trípticos y carteles, y pidiendo la colaboración del tejido social del barrio (escuelas, farmacias, cuerpos policiales, asistentes sociales…), todo ello enmarcado en un proyecto europeo contra la depresión.

Hombre, cualquier iniciativa en este sentido me parece positiva, porque sé por experiencia que cuando uno tiene una depresión o algún trastorno similar no siempre es consciente de lo que le ocurre, cree que “son cosas raras que me invento”, le da vergüenza comentarlo (no digamos ya pedir ayuda), etc., y si lo vas dejando pasar puedes acabar muy mal. Se trata pues de una campaña de información para que los enfermos de depresión se decidan a pedir ayuda médica. Ahora falta saber si este plan se concretará en establecer un dispositivo sólido y perdurable para cubrir este tipo de casos, o por el contrario se quedará en una bonita experiencia puntual para distraer la atención de los muchos otros problemas de la sanidad pública. Y francamente, si los enfermos van al médico y les dan cita para de aquí a tres meses, no sólo no servirá de nada sino que encima se deprimirán más. Espero que hayan pensado en esto también.

HenryKiller | actualidad impresiones | 2:08 PM | Comments (2)

23 de Mayo 2004

Dejà-Vú

Hemos descubierto un club (probablemente no es nuevo, pero ya se sabe, al llegar a la treintena uno se apoltrona un poco y deja de andar deambulando por ahí...); se llama Dejà-Vú y está en la parte industrial de Pueblo Nuevo (BCN), una zona de aire desarraigado, de anchas y polvorientas avenidas flanqueadas por naves industriales, en la que uno se siente como a cien mil años luz del resto del mundo, aunque no debe estar a más de un kilómetro del centro de la ciudad. Lo descubrimos porque, desde hacía unos días, unos pequeños carteles en las paredes anunciaban una “fiesta Pixies en el Dejà-Vú”, el sábado 22 de mayo de 2004 a las 11 de la noche. Por si alguien no lo sabe, Pixies fueron, junto a Jane’s Addiction, una de las bandas pioneras de lo que vino a llamarse Rock Alternativo (sí, fueron antes que Nirvana y los putos Pumpkins). Como ya no hay muchos clubs en los que pongan esa clase de música, al menos en BCN, donde lo que manda es el puto “mestizaje” y el puto techno, pues decidimos ir a la fiesta.

Ir de fiesta a Pueblo Nuevo tenía, además, un fuerte componente de nostalgia para nosotros. Veréis, casi toda mi pandilla rebasamos los treinta, excepto mi novia Rosalía, que tiene 23, y algún otro que tiene 28 o 29. Cuando nosotros salíamos “a quemar la ciudad”, hace ya unos diez años, era cuando Pueblo Nuevo empezaba a ponerse de moda, las primeras naves industriales empezaban a reciclarse en clubs, etc. Y era también, precisamente, cuando el Rock Alternativo empezaba a ponerse de moda y todo era muy excitante y nos sentíamos muy transgresores, no como ahora, que lo único que transgredimos es la talla de nuestros pantalones. (Si algún veinteañero está leyendo esto, lamento informarle de que algún día le ocurrirá lo mismo.) De modo que volver a ese barrio diez años después, y nada menos que a una “fiesta Pixies”, podía ser una experiencia muy alegre o muy triste, sin término medio.

Y afortunadamente fue lo primero. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en un club. Huelga decir que no sólo pusieron Pixies, sino también otros grupos afines, y fue todo un éxito. Es una sala muy pintona y psicodélica, tirando a grande, con capacidad para unas mil personas más o menos, y estaba hasta arriba. Me sorprendió comprobar que hay mucho veinteañero que va de este rollo, ¿dónde carajo se había metido toda esta gente? Ah!: en el Dejà-Vú. Era yo que no lo conocía. Vale, ya me callo.

HenryKiller | actualidad impresiones | 9:53 PM | Comments (7)

14 de Marzo 2004

POR LA VIDA

Parece que emprendemos hoy una nueva etapa en este país, una etapa difícil pero quizá más sensata; dejadme brindar por ello, a pesar de todo lo que ha pasado. Y dejadme brindar también por la vida.

POR LA VIDA

HenryKiller | actualidad impresiones | 10:40 PM | Comments (0)

13 de Marzo 2004

NO MÁS MENTIRAS

No sé qué pasa ahora mismo en otras ciudades, pero en Barcelona parece que el mundo se esté viniendo abajo. Os juro que desde casa oigo el clamor de cacerolas y cláxones que inunda las calles. Y el clamor es este:

NO MÁS MENTIRAS. NO MÁS MENTIRAS

HenryKiller | actualidad impresiones | 11:06 PM | Comments (2)

SACAD CONCLUSIONES

Ayer, en las manifestaciones de Barcelona, se veían pancartas de “NO AL TERRORISMO, NO A LA GUERRA” y “SR. AZNAR: YA TIENE SU GUERRA SANTA”, entre otras, y además el Sr. Piqué fue increpado por los manifestantes. Pero en el informativo de la 1 no se dijo ni media palabra sobre todo ello, aunque sí se dijo que había pancartas de “ETA NO”.

Hoy, a la una del mediodía, durante la rueda de prensa del portavoz del Gobierno (retransmitida por TV3 y la 1), en Tele 5 y Antena 3 estaban poniendo teleseries.

El portavoz ha dicho, preguntado acerca de los ciudadanos que expresaban tales opiniones en las manifestaciones, que de los once millones de personas que salieron a la calle en toda España, “no tiene importancia si se oyen algunas voces”. No eran sólo “algunas voces”, os lo puedo jurar; al menos en Barcelona. Luego, también un portavoz del PSOE ha comparecido ante la prensa, diciendo entre otras cosas que los manifestantes gritaban “¿QUIÉN HA SIDO?”. Sólo TV3 lo ha retransmitido.

A las dos y pico ha comparecido el Ministro de Interior; una vez más, sólo lo han retransmitido TV3 y la 1. Ha dicho lo esperado: que no se tienen más pistas y que se sigue investigando. Luego los periodistas han empezado a preguntarle por la furgoneta que hallaron cerca del lugar del atentado, en la que había una cinta con grabaciones en árabe; por el comunicado que emitió ayer Euskal Telebista, en el que ETA dice que no ha sido; por el hecho de que un grupo integrista islámico ha reivindicado el atentado a través de Al-Jazira. En ese momento, la 1 ha cortado la conexión y sólo TV3 ha seguido retransmitiéndolo.

A tales preguntas, el Ministro ha respondido más o menos lo mismo que había dicho antes: que no hay más pistas y que se sigue investigando, pero que “a ningún español debería extrañar que la línea prioritaria de la investigación sea la de la banda terrorista ETA”.

Hace un rato, en el informativo de las tres, TV3 ha emitido declaraciones de los portavoces de diversos partidos que exigían al Gobierno que se informe a los españoles de todos los detalles de la investigación, pues lógicamente la ocultación de información tergiversaría las Elecciones Generales de mañana. En ninguna otra cadena han emitido nada parecido.

Sacad conclusiones.

HenryKiller | actualidad impresiones | 4:27 PM | Comments (3)

NO PUEDO CALLARME

Me debato entre el horror, la tristeza por las víctimas y las ganas de decir lo que pienso. En estos momentos es una desconsideración hablar de cualquier cosa que no sea el infinito dolor de los cientos de personas que han perdido a alguien en la masacre. Pero tampoco puede permitirse que, como se sospecha, el Gobierno haga un manejo interesado de la información que se tiene sobre los autores del atentado. Así que, lo siento, no puedo callarme:

Tanto si es ETA como Al-Qaeda, sean quienes sean los hijos de puta asesinos, el Gobierno no puede eludir su parte de responsabilidad por la mala gestión que ha hecho, tanto en política interior como exterior. Un Gobierno prepotente sólo provoca odio, interno o externo, y ese odio nos está matando. Por favor, pensad sobre ello.

NO AL TERRORISMO. NO A LA GUERRA

HenryKiller | actualidad impresiones | 2:19 PM | Comments (1)

11 de Marzo 2004

TODOS JUNTOS

Sean quienes sean estos hijos de puta, y con la complicidad de quienes sean, una cosa está muy clara: lo que quieren es desestabilizar la ya bastante maltrecha democracia.

Lo único que podemos hacer ahora, aparte de donar sangre, ir a las manifestaciones y, los que tengáis oportunidad, asistir a los familiares y amigos de las víctimas, es VOTAR este domingo. Votad libremente, votad por vuestras ideas, votad a quien queráis, pero votad. No dejéis que esta matanza nuble vuestra conciencia democrática (si la tenéis). Pensaréis que no es momento para hablar de esto, pero entendedme: hemos de demostrar que creemos en un sistema en el que nos respetemos unos a otros, que queremos vivir libres y en paz, que es precisamente lo que no quieren estos cabrones. Sean quienes sean.

HenryKiller | actualidad impresiones | 10:09 PM | Comments (0)

7 de Noviembre 2003

Depeche Blues y Louis Prima en el barrio de Gracia.

Este fin de semana me he sentido feliz y orgulloso de vivir en el popular barrio de Gracia (BCN). Quienes lo conozcan sabrán del encanto que exhala ese laberinto de estrechas calles de sencillos edificios bajos, de los muchos y variopintos bares y restaurantes que se encuentran hasta en el rincón más escondido, de la bien avenida diversidad de sus habitantes (creo que es uno de los barrios donde hay menos delincuencia de BCN; esto para los que dicen que la delincuencia la traen los inmigrantes: pues aquí está lleno y nunca pasa nada), de las muchas iniciativas artísticas y culturales que se llevan a cabo (capítulo aparte merecen las Fiestas de Gracia, sin duda una de las tradiciones más pintorescas y creativas del país, ¡qué coño!, del mundo; algún día hablaré de ellas). Es un lugar estupendo, para vivir y para salir, para todo. Gracia fue un pueblo hasta que la expansión de BCN lo alcanzó; ahora es una de las principales zonas de marcha de la ciudad, pero a diferencia de otras tiene un aire familiar, amable y reposado, que te deja respirar. La gente es cálida sin llegar al bochorno, alegre sin ponerse histérica (exceptuando, una vez más, las Fiestas de Gracia, que es cuando todo el barrio se vuelve loco). Para mí, Gracia es lo mejor que hay en esta ciudad.

Este sábado por la noche fui a una actuación de Pat MacDonald, un yanqui afincado en BCN, sobreviviente de un grupo de culto de los ’90 (creo) que se llamaba Timbuk 3, al cual no tengo el gusto de haber escuchado. Ahora se busca la vida por aquí, tocando en bares y pequeñas salas, y de vez en cuando graba algo: lo último que ha hecho es un álbum de versiones blues de Depeche Mode. ¿Suena raro?, pues no lo es, queda de puta madre. Ese tono oscuro y esos ritmos contundentes de los Depeche combinan estupendamente con el blues, por no hablar de esas letras de amores desgarrados.

La actuación tuvo lugar en el Electric, un viejo bar de la Travessera de Gràcia, que es una de las arterias principales del barrio (las otras son Torrent de l’Olla y Gran de Gràcia, ambas perpendiculares a la primera). Se llama Electric porque, según me han contado, fue el primer bar de BCN que tuvo electricidad (¿realidad?, ¿leyenda urbana?, no sé). Yo nunca había entrado en ese bar y me quedé alucinado, es como un pequeño túnel del tiempo. Desde fuera parece un “bar Mariano” cualquiera, uno de esos sitios cutres donde los yayos toman carajillos, pero al fondo del local hay una sala en penumbra que se conserva exactamente igual que hace un siglo, con sus mesas y sus sillas y sus cuadros, todo igual. Es sorprendente: llevo cinco años aquí, habré pasado cientos de veces por delante de ese bar y nunca se me habría ocurrido que en su interior hubiese algo así. Si tiene algo bueno vivir en una gran ciudad es que uno nunca termina de conocer los secretos que alberga. Una ciudad es muchas ciudades, tiene muchas dimensiones.

Lógicamente fue en dicha estancia donde se llevó a cabo la actuación, que a la única luz de las velas cobró un aire muy especial. El tipo tocó solo con su guitarra acústica y su armónica, muy chulo él, y os juro que los temas de Depeche sonaban como auténticos blues de la América profunda (“My favourite blues band: Depeche Mode”, dijo el tipo). Éramos unas cincuenta personas más o menos y creo no equivocarme si digo que todo el mundo estaba encantado, ya fuese por la música o por la magia del momento, o por ambas. Y luego resulta que en el Electric hay actuaciones todas las semanas, los jueves, viernes y sábados, y yo sin enterarme; a partir de ahora me verán más por ahí. Luego fuimos unos cuantos al Limit, otro extraño lugar donde parece que se haya detenido el tiempo, pero de otra manera: sólo ponen tecno-siniestro de los ’80. Un bar deliciosamente decadente, huele a club de alterne reciclado. Y terminamos en La Perla, un garito de reciente apertura (creo que no lleva más de un año), también bastante retro, pero en la vertiente Led Zeppelin-Deep Purple-Black Sabbath. La cosa iba de retro esa noche. Fue estupendo.

Y el domingo por la tarde asistí a uno de los eventos que más placer me han dado en los últimos meses (y me dará, porque sigue el próximo fin de semana): el IN-EDIT, 1er Festival de Documental Musical (¿del mundo?, quizá; yo no conozco ningún otro).

El domingo era el tercer día del Festival, pero yo no voy todos los días porque es un pelín caro (iré el sábado que viene). Pero vale la pena. Para empezar, el lugar donde se lleva a cabo, el Club Helena, parece ser otro de los secretos mejor guardados de Gracia (ha sido un “finde” de hallazgos). En un desapercibido edificio de la calle Ros de Olano (junto a Gran de Gràcia), una sencilla construcción de pocos pisos como tantas otras del barrio, uno sube al segundo y se encuentra en un imponente cine como los de antes, todo de madera y más grande que muchas salas de BCN. Impresionante: una vez más, algo que a uno ni se le habría ocurrido que estuviera ahí. Sólo por descubrir esto ya me alegro de haber ido, aunque hubiera sido para una muestra de papiroflexia. Pero además, el Festival es fantástico, con un programa amplísimo (uno se puede tirar todo el día ahí, pero tampoco es plan) que abarca desde principios del siglo XX hasta la actualidad, desde el blues del Delta hasta Robbie Williams, todo. Una experiencia INMENSA para cualquier apasionado de la música que se precie (buena música, se entiende). Concretamente hubo dos documentales maravillosos: el de los 57 hijos de Screamin’ Jay Hawkins y el de la vida de Louis Prima.

Screamin’ Jay Hawkins era un extraño soulman de los años ’50. Sus shows eran bastante surrealistas para la época: el tipo salía de dentro de un ataúd y actuaba con una especie de capa de Drácula y una calavera en la mano; fue seguramente el primero en la historia del rock & roll que hizo gala de toda una parafernalia macabra. Era un negro robusto con una voz grave y viril, y aullaba como un lunático; las mujeres se volvían locas. Tenía mujer y dos hijos, pero después de cada actuación se iba con una distinta. Hay quien dice que tuvo 37 hijos, otros dicen 57, otros 75; es imposible averiguar la cifra exacta, pero por todo el mundo hay tipos que dicen ser hijos de Screamin’ Jay Hawkins (América, Europa, Asia). No tendría mucho sentido que mintiesen, pues no hay fortuna que repartir (Hawkins murió en la miseria). A algunos les dio un vuelco la vida al enterarse, porque siempre habían creído que sus padres eran otras personas. Hay testimonios como éste: “Mi madre y yo nos dirigíamos a un puesto de helados, ella llevaba rato muy pensativa. Cuando llegamos y le pregunté de qué sabor quería el helado, ella me dijo: Hija mía, tu padre es Screamin’ Jay Hawkins”. Una documentalista intentó convocar a los 57 hijos (que por algún motivo parece la cifra más aproximada), pero sólo consiguió reunir a cinco, todas mujeres, una de ellas la hija “oficial”. Es estremecedor el momento en que se encuentran las cinco y comprueban cómo se parecen entre sí (hasta entonces ninguna conocía a las demás). Hay dos que son casi iguales y no pueden parar de reír y abrazarse. En cambio, “la oficial” arrastra un cabreo perpetuo con sus hermanastras: para ella es como si le hubieran arrebatado a su padre. Tiene 50 años, pero se convierte en una niña cuando habla: un buen día su papá desapareció y no lo vio más. Le ha llevado toda la vida comprenderlo, ¡y ahora vienen éstas diciendo que también son hijas de su papá! Intenta ser agradable con ellas, pero le cuesta mucho. Y hay otra que se echa a llorar porque es la única que no conoció a su padre; las otras cuatro sí estuvieron con él en algún momento de sus vidas.

Screamin’ Jay Hawkins acabó más solo que la una, qué irónico. Aunque en realidad siempre estuvo solo, porque quiso.

Y el documental de la vida de Louis Prima es lo más bonito que he visto últimamente en cine. Yo no tenía idea de lo inmenso que era este tío.

Louis Prima era un gran cantante y trompetista italoamericano que compuso e interpretó algunas de las mejores piezas de jazz y música popular americana (Just a gigolo es la más conocida); en la cúspide de su carrera llegó a ser tan famoso y deseado como Frank Sinatra. Su toque magistral consistía en perderle el respeto al jazz sin dejar de tocarlo bien: no sólo dominaba ese género como el que más, sino que además lo parodiaba, no tenía ningún reparo en reírse de ello, y sus shows eran tan perfectos como divertidos. El público se sorprendía disfrutando de la música y partiéndose de risa al mismo tiempo. Era sorprendente la inmensa habilidad que tenía el tío (¡y también sus músicos!, ¡estaban todos locos!) para cantar y tocar estupendamente y hacer cabriolas a la vez. Era como si les importara un pimiento desafinar, pero sin desafinar jamás. Su simpatía era sincera y contagiosa, y sus payasadas desternillantes. En uno de sus números más célebres, la segunda cantante de la banda (la mujer de Louis) permanecía rígida y obstinadamente seria mirando cómo su marido y los otros liaban la juerga padre. Os juro que pocas veces me he reído de tan buena gana con unos músicos, aunque estén en la pantalla de un cine. Era también muy emotivo cuando, ya en la actualidad, salía hablando el saxofonista de la banda y se le saltaban las lágrimas al recordar lo bien que lo pasaban en el escenario. Esta gente parecía tener muy claro que el sentido de la vida está en hacer bien tu trabajo divirtiéndote como un loco. Esa noche salí del Club Helena con una ración extra de ganas de vivir.

Y de vivir en Gracia, por cierto.

HenryKiller | actualidad impresiones | 7:38 PM | Comments (3)

12 de Septiembre 2003

Ayer murió Johnny Cash

Ayer murió Johnny Cash. No voy a hablar de su vida y milagros ni voy a hacer un análisis de su música. Tampoco voy a decir que estoy trastornado por la noticia, ya era muy mayor y se veía venir. No era un ídolo para mí, no me pasaba el día escuchándole ni tenía la habitación decorada con fotos de él, y obviamente no le conocí en persona, de modo que sería una hipocresía ponerme solemne o lacrimógeno. Pero sus discos me alegraron la vida alguna que otra decena de veces, que no es poco. Así que, si hay algo sincero que yo pueda decir, es: Gracias por alegrarme la vida. (Que no es poco.)

HenryKiller | actualidad impresiones | 7:03 PM | Comments (1)

7 de Septiembre 2003

Definición de “Programas del corazón”

Tengo dos y no sé con cuál quedarme; una es: “Un cretino que percibe una suma de dinero por servir de carroña a una manada de hienas”. La otra es: “Putas y puteros”.
La segunda es más concisa pero me traería problemas, así que (ratifico): “Un programa del corazón consiste en un cretino que…” (etc. Me explico, ¿no?)

HenryKiller | actualidad impresiones | 4:15 PM | Comments (4)