Creo que todavía no concebimos el alcance de ese interesante, divertido, fascinante, adictivo, frívolo y a veces hasta estúpido invento llamado YouTube: será la gran enciclopedia visual del siglo XXI. Cuando la raza humana se extinga, los seres que nos reemplacen sabrán más de nosotros por YouTube que por los jeroglíficos egipcios. ¿Alguien ha leído El secreto de Joe Gould? Trata de un pobre diablo que pretendía escribir la historia oral de nuestro tiempo, un monumental compendio de conversaciones cazadas al vuelo (sucedía en los años treinta, si mal no recuerdo). Pues bien, dicha pretensión no tendría mucho sentido actualmente: YouTube es ya la historia visual de nuestro tiempo, y cada día lo será un poco más. Al menos en esto, la televisión no puede competir: el hecho de que todo el mundo tenga la oportunidad de emitir lo que le dé la gana, marca el antes y el después. YouTube nos muestra, más que ningún otro medio, todo lo que somos y todo lo que hacemos, para bien y para mal. Así sea.
Dios santo dios santo dios santooo, no debí hacerlo, no debí descubrir YouTube. Yo era feliz (yo era un chaval majo, centrao, trabajador ); todo el mundo hablaba de YouTube y yo no hacía caso, a mí me daba igual. Pero tenía que echar un vistazo, claro, tenía que echar un puto vistazo. Ahora estoy completamente enganchado, YouTube dirige mi vida, vendería a mi madre por mi dosis de YouTube. Afortunadamente es gratis, así que no será necesario. Ahora habrán de disculparme, debo seguir youtubeando; les dejo con esta cosa tan simpática que me he encontrado. ¡Ah!, y que tengan una buena entrada del otoño. Yo odio el otoño de los cojones, pero a ustedes les deseo lo mejor. Buenas tardes.